lunes, 20 de agosto de 2012

Yo también quise ser Providence

Feliz cumpleaños Howard, los Profundos y yo te saludamos.

Yo también quise ser Providence  a mis quince años.

Tus cuentos me acompañaron mucho a esa edad difícil, en la que me solía odiar a sí mismo.

Tu panteón de dioses implacables y de seres terroríficos siempre triunfantes sobre el hombre, tu misantropía, tu huida constante de la realidad, tu rechazo de la modernidad me hicieron sentirme bien con mis granos y mi inseguridad ante los cambios adolescentes.

Si te releyera ahora me reiría candorosamente pero, claro, sería tanta la nostalgia que prefiero no hacerlo y recordar tus cuentos con una sensación de miedo y gratitud.



viernes, 17 de agosto de 2012

Una cuestión de estilo

Casi todos los escritores incluidos los buenos, tienen voluntad de estilo. Sólo unos pocos, poquísimos, tienen estilo a base de un gran trabajo y sacrificio personales.  Antonio Lobo Antunes es uno de ellos.

Un tipo que siendo médico y padre de familia se acostaba a las tres de la mañana escribiendo.

Un tipo que hizo infeliz a las personas de su entorno para hacer felices a miles de lectores.

Un tipo que dice que se va las tardes de su casa porque no puede trabajar con el ruido que provoca su nieto de visita.

 Un tipo que cuando pasa una hora en sociedad ya se quiere ir porque cree que está perdiendo el tiempo.

Un tipo que si le dan un premio cree que está haciendo algo mal.

Un tipo que ha visto el horror  humano y lo convierte en poesía.

Un tipo que dice que si no escribe, no tiene nada.

Esto que ven abajo... es un escritor con estilo.






Acabo de leer memoria de Elefante y he recordado la máxima de Michel Houellebecq:  rater sa vie et réussir l'oeuvre para entonces triunfar como persona, sufriendo por ello. Y de eso creo que trata este libro, que es una confesión de su amor por su primera mujer, la crónica íntima de un fracaso sentimental de pareja y su contrario también, la declaración de una voluntad artística, de un triunfo literario, marcando el debut de este escritor grandioso. Un exorcismo del que surje un autor fundamental que critica en estas páginas también la psiquiatría y la consideración científica de la locura, especialidad a la que se dedicó durante años.  

El estilo de Antunes pone al resto de escritores en un compromiso. Creo que muchos tienen que odiarle.  Es un escritor de pedestal, te somete, te subyuga sin ínfulas ni soberbia, sino a través de metáforas e imágenes sobrecogedoras y basadas en lo cotidiano que no pueden sino arrancar sonrisas a lectores avezados. Un libro hermoso, excesivo, valiente y muy personal, a veces difícil de leer y otras hasta humorístico. Una confesión pública. Una declaración estética de intenciones. Repito, un triunfo literario.



jueves, 9 de agosto de 2012

Un recuerdo para Hermann Hesse



No sé lo que habría sido de mi vida si no hubiera leído Demian o el Lobo Estepario.

Un recuerdo para el eterno Hermann Hesse.

viernes, 3 de agosto de 2012

Chuck Palahniuk con tónica

No sé si Chuck Palahniuk escribe bien en el sentido canónico del escritor con capital letters  pero hace que te leas sus libros en cualquier situación. No es barroco, ni clásico, ni moderno ni mucho menos posmoderno ni nada de eso.  Palahniuk es charcutero, provocador,  irreverente. Pero bajo esta perspectiva feísta, efectista y de claro gusto por lo desagradable y el tabú,  tenemos un escritor clarividente, intuitivo a la hora de diseccionar la sociedad americana, esa que conocemos incluso mejor que la nuestra. Y encima, nos propone temas de reflexión. 



El argumento de Snuff  son las peripecias de tres actores porno, un profesional y dos amateurs  (los actores 600, 137 y 72)  durante el rodaje de un gang bang con cifras de record, teniendo como objeto una actriz icónica de ese submundo. Cada uno tiene distintos motivos para estar allí, todos relacionados con dicha actriz. Además, la coordinadora del rodaje poco a poco va adquiriendo cada vez más importancia.  Bajo este escenario sórdido se tratan temas muy interesantes porque nada es lo que parece en realidad: la filiación, la identidad y la venganza. Además, muestra que debajo de los iconos  sacrosantos del star system de hollywood había muchos episodios desagradables.
Lo sublime es el barniz de lo sórdido.

Joder, esta frase te ha quedado de miedo...

Desde un punto de vista técnico, la novela es muy interesante: monólogos interiores de grandes confesiones psicologícas, donde Palahniuk lleva al paroxismo su gusto por los temas prohíbidos, dialogos brillantes, reflexiones sorprendentes y un giro final sobre el actor 600 y la coordinadora del rodaje, que no desvelaré para no estropear la posible lectura de este artefacto chocante, divertido y serio a la vez, que esconde mucho más de que lo aparentemente muestra.

La gran maestría de Palahniuk reside en el control total que tiene de sus personajes, que van evolucionando a lo largo de las páginas, mostrando su verdadera naturaleza ante un lector que no puede hacer otra cosa que leer.

Un pero apriorístico: sólo he leido este libro de Palahniuk pero creo que su estilo puede provocar cierta indigestión.  Pero para eso está la tónica.

Otro pero: Palahniuk surge en la cultura bienpensante y dominante WASP de su país. Es normal que con el puritanismo tontorrón surjan escritores de este calibre. Nosotros en la vieja Europa, más vieja y por tanto serena, tenemos a Houellebecq.  Y creo que ganamos.