miércoles, 14 de septiembre de 2011

¿Síndrome de Estocolmo?

Bueno, algunas personas me han preguntado de viva voz que qué diantres quería decir en el último post con las monedas, las comparaciones y esa tímida crítica a la poetisa más de moda en España... yo me he defendido remitiéndome al propio nombre del blog y a su máxima filosófica: la A.L.I. o Asociación Libre de Ideas. Vaya, pero parece que ya soy presa de mis escasos lectores, que ya soy deudor de congruencia y brillantez por doquiera y forever and ever... la Fama... es lo que tiene...¿verdad Bar?




Por cierto, Bar, hace dos dias conocí a Adriana Lima y aunque es preciosa y blablabla... no tiene tu cara de  mala ... con eso te digo que you are the one for Malas Testas pero hoy me dejarás a modo de demostrarte mi devoción, que ponga una foto de Adriana y que los malastestianos comprueben que no hay nada como tu malditismo y  lo gusano que nos haces sentir (ayyyy como me gusta esto...).



Gusano sobre todas las cosas...




Pero, aparte de fotacas pseudopajeras y pinturas tormentosas,  hoy quiero hablaros de mi lucha contra el mundo,  quiero decir contra el mundo que se te mete en casa, quiero decir, contra las visitas. Yo soy como Rainman, soy feliz en la rutina, a mi el rollo de rompe esquemas, salte del guión, el plan es que no hay plan  y no seas neurótico... no me va nada. Repito, soy feliz cuando sé lo que tengo que hacer en cada momento. Sólo en la rutina y en la  tranquilidad, las musarañas se explayan, se regodean y producen ficciones. Claro, este plan es cojonudo si te crees un crack y vives solo. Yo, ni lo uno ni lo otro, pero la calma de una casa silenciosa o en paz, es decir, sin VISITANTES me ayuda mucho.



Soy hijo único... mi casa era un remanso de paz, algo así como un monasterio de paredes aisladas. Papá, mamá y yo... esta infancia de calma y reflexión ha hecho que tenga querencia por escribir y que cuando hay una persona en casa me ponga bastante nervioso y sólo sea feliz cuando cruza el umbral de la puerta de dentro hacia fuera... ¡VIVA! ¿veis? aún imaginándolo... ya me alegro. Pero malastestianos, mi condición de expatriado  hace que en mi casa casi siempre haya ALGUIEN... miento, pero a mi me parece que casi siempre. ¿Veis? ya sufro sólo de pensar que puede que venga ALGUIEN hoy... o mañana... o el mes próximo.



Mi Sufridora es todo lo contrario que yo, disfruta con la gente y siempre tiene una buena cara para el que lo necesite. En cambio yo, mala cabeza y mala cara... disfruto con muy pocas personas y no es que tenga que hablar de Hegel o la última película de Park Chang Wook, ni mucho menos, me considero bastante burro y los intelectualoides me cargan, simplemente, hay muy poquito pueblo con el que pueda tener mala cabeza. ¿Me explico o me entiendeees? Volvamos.

Las visitas que se van  a la hora de la cena son las menos malas para mi.  Las más chungas son las que me joden las tres horas sacras y nocturnas en las que podemos cenar y estar un poco a nuestro aire o me permiten musarañear que es lo que más me gusta; es decir, la peste son las visitas que se quedan a dormir... me refiero por lo general, a los buenos amigos o familia, ya sabeis, tan buenos amigos y familia que no se portan como invitados que suelen tener la delicadeza de irse a la cama pronto o que son conscientes de que te están jodiendo tu feliz rutina y te lo demuestran con esa cara de culpa cada vez que te consultan cualquier movimiento. No, los buenos amigos y la familia se portan como si estuvieran en su puta casa, faltaría más, y claro, se sientan en tu sofá, te joden tus ritos de pérdida de tiempo es decir, hacer como que escribes, te ocupan tu cuarto de musarañeo, te cambian el canal de tele que tienes a otro en castellano (¡coño!) y se acuestan mucho más tarde que tú. Y lo peor es que tienen ese derecho. Famille oblige...



Que no Tirso, que no se puede ir de Lobo Estepario, que para eso hay que creerse mucho, quedarse solo  y ya sabes cómo acaban los personajes de Hesse. El malditismo no es meridional.  La misantropía es para carajotes y no deja de ser un concepto abstracto. El feliz retiro... para una GRAN obra  a la manera de  Flaubert y demás...todo esto está un poco trasnochado. Humildad, Tirso, humildad...y menos perder el tiempo cuando lo tienes...

No se puede ser tan egoísta.  Ademas, Tirso, no eres un artista (juas), no eres un artesano (puf)... eres un dilettante (guay).


Por otra parte, algunas veces, es tanta la alegría de ver cómo los visitantes pernoctadores se marchan que hasta me alegro de que vengan para experimentar tal dicha. ¿Será que en el fondo los echo de menos? Mala cabeza de nuevo tienes Tirso...

2 comentarios:

  1. Benjamin Franklin: "Las visitas, como el pescado, a los tres días apestan". Más expresivo aún nuestro Jardiel Poncela, titulando una obra "Las visitas deberían estar prohibidas por el Código Penal". La misantropía, como Soberano, es cosa de hombres. La misoginia, lo que son las cosas, creo que es unisex.

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  2. Pues nada, espero que de momento este sentimiento no se extienda a las visitas a tu blog! :) Por cierto, gracias por tu último comentario en el mío.

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