La lectura de Estupor y Temblores de Amélie Nothomb me ha recordado la teoría del cubito de mierda, en inglés, litelshitbaquet zeori.
¿¿No conoceis the litelshitbaquet zeori??
Para empezar no es mía, es de enano maléfico, y es resultado de muchas conversaciones de botellón, ese gran legado que la generación inocente criada con Barrio Sesamo y la Bola de Cristal ha dejado a las generaciones venideras.
¿¿De verdad que no conoceis the litelshitbaquet zeori??
La litelshitbaquet zeori consiste en en autoarrojo de mierda desde (from) un cubito que hemos llenado previamente con pensamientos negativos (negative bullshit), y su no menos peligrosa antítesis, que es la fase de darle la vuelta a dicho cubito, subirse al mismo y saludar al respetable (topondebaquet). Y olé.
En la primera fase mierdera, uno se cree eso... una mierda, y cuanto más se piensa más se llena uno hasta que incluso un olor nauseabundo inunda su mente. Uno no se cree capaz de nada razonable y asi, pues adonde vamos a ir. Esto ya es un riesgo. Pero la reacción, es igual de dañiña pero no me negareis que es heroica y triunfal. Cuando uno se sube al cubo, contempla el mundo desde lo alto... y claro, uno se crece y se crece, se quita con violencia toda la mierda que se ha tirado antes encima y se cree capaz de cosas que de manera razonable no son posibles. Se pasa de la impotencia de lo razonable a una creencia en lo imposible. Pero qué disfrute durante esos momentos en los que se hace las cosas más irracionales y maravillosas. Qué gozo al llegar a ese infinito cuando se ha estado en los socavones del cero.
Y en plena fase topondebaquet se pide bailar a Kate Upton, la rookie of the year 2012 de Sports Illustrated, ya sabeis, la revista cultural de cabecera en malas testas.
Bueno, pues con Estupor y Temblores me esperaba una obra ligera y es eso, pero con mucho contenido. Es un libro divertido, certero, duro en ocasiones y absolutamente desmitificador de Japón y su cultura empresarial (los tacha de prepotentes, sobrados, machistas e incluso revisionistas con la WW II). La protagonista, la autora misma, es contratada por una empresa japonesa y va siendo objeto de rechazos, críticas y negaciones por parte de sus superiores. Amélie-San va sufriendo ataques a su estima profesional y personal, llegando a ser calificada de poco menos que de subnormal... hasta que se enfrenta a una diatriba: o abandonar la empresa con un sentido de derrota (han podido conmigo) o seguir adelante y cumplir su contrato anual mediante la anulación total de su prestigio profesional, acabando por limpiar los servicios. Pero es en esa fase final, rechazable a priori para cualquier universitario, la que la convierte en una heroína , afirmándose a sí misma mediante su propia negación ante los ojos de los demás... todo con un estilo irónico demoledor. Tiene cuotas de lirismo sostenido (relativas sobre todo a la belleza de su jefa con sus atisbos lésbicos) y algunas reflexiones sobre el refinamiento y brutalidad japoneses que no llegan a romper el ritmo de la novela.
El final, cuando Nothomb, nacida en Japón de padre diplomático belga, cuenta que vuelve a Bélgica y triunfa como escritora, es algo revanchista y apaga un poco el brillante efecto de una de las aplicaciones literarias más logradas de la litelshitbaquet zeori.
A diferencia de muchísimos autores, cultiva un celo de su vida privada, un misterio en torno a su persona (por otra parte muy estudiado) que es incluso de agradecer en esta época del autobombo facebookero y twitero.
Nada mierdoso me es indiferente, así que hago mía esta teoría.
ResponderEliminarFelicidades por la entrada, hazlas extensivas al enano maléfico y a la madre de Kate, sobre todo a la madre de Kate.
Gracias Corrientísimus... el dia que enano malefico haga un blog nos retira a todos. Tus entradas como siempre, buenísimas. Saludos
ResponderEliminarPor alusiones.
ResponderEliminarLa teoría del cubito de mierda no es mía, siendo propiamente una obra colectiva. Como con casi todo lo que he hecho en esta vida, empezando por mi vida misma, me he valido de las creaciones de los demás para construir ideas que parecieran originales y hacerme la ilusión de que eran mías. En realidad, el único ámbito en el que he demostrado alguna valía ha sido el del parasitismo. Incluso la famosa "aurea mediocritas" queda tan lejos de mí que se hace inalcanzable y, a lo más a lo que aspiro, es a ser una calavera venerable de frente ancha y pelo ralo que imparta clases sin molestar mucho en una Universidad de tercera.
Es cierto que en el camino de la alopecia académica va uno acabando tesis doctorales que luego son premiadas y de las que los colegas sabios dicen que son dignas de admiración, y que lo llaman a uno a dar conferencias diciendo que es "máximo especialista en la materia" o barbaridades semejantes, y que algunos viejos alumnos se acercan a dar las gracias por una clase que un día les llenó de curiosidad y les dio la pista de dónde se encontraba su vocación profesional. Y siendo todo eso verdad, son más bien felices accidentes, utilísimos únicamente para calentarse en el frío invierno.
Anónimo III
Muy barojiano andas Anonimo III. ¿Has leido Stoner? Feliz de tenerte de nuevo por aquí.
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