miércoles, 28 de septiembre de 2011

Brian Wilson y la música divina

Va por Vosotras, Estatuas Verdes.


Hay dos maneras de afrontar la redacción de una crónica: o te dejas llevar o mantienes la objetividad (¿Cómo?)... No puedo ser objetivo de nuevo ante la emocionante figura de uno de los compositores pop más importantes de la historia, si no el que más: Brian Wilson. Y es que la semana pasada tuve la suerte y el privilegio de asistir a un concierto suyo a sus casi 70 años de vida tras muchas dudas por mi parte.

Antecedentes:

Tirso: Vale 45 tronchos Dave. Es el Puto Amo, pero como no cante God Only knows...

David: Precisamente porque es el Puto Amo, puede permitirse el lujo de no cantar God Only Knows. Compra entradas aunque cante Gersh...¿cómo era?



Yo no voy a hablar de la figura de Wilson a estas alturas, Tirso...no; ni voy a volver a reivindicar a los Beach Boys a los que a pesar de su fama no se les tiene el respeto que merecen junto a Beatles o los Rolling... yo voy a hablar  de la primera vez que escuché Pet Sounds con 15 años en pleno desengaño amoroso. Y fue en un disco de vinilo de la época que mi tío guardaba enre otras obras maestras. No creo que pueda olvidar nunca la primera vez que oí  los acordes  iniciales de Wouldn't it be nice, para mí, la mejor canción sobre amores adolescentes jamás compuesta. No. Jamás he oido otro disco tocado por la gracia como Pet Sounds. Hay álbumes que subyugan,  emocionan o endurecen como los de Nirvana, Pearl jam o Radiohead por citar otros iconos de Malas Testas, pero hay muy pocos  que sienten bien al espíritu como Pet Sounds. Brian Wilson ha hecho que esta mierda de mundo sea un poquito menos mierda. Las canciones de Brian Wilson no tienen trampa, son benefactoras, sanadoras y celebran la vida cuando la suya ha sido un auténtico calvario pasando de un padre que lo deja sordo de un tortazo  a sus problemas mentales. Y esto es lo que se llama arte aquí, en Malas Testas: coger tu mierda y tus miserias y hacerlas sublimes.  Menos mal que no querías hablar de Wilson, Tirso, copón...



Y hablaba de objetividad versus subjetividad porque cuando vi entrar en el escenario a Brian Wilson pude sentir una gran emoción y una cierta compasión al ver a un anciano cuya voz ya no es la que has oido en los discos, ni su sentido del ritmo ni su memoria son como los imaginas al escuchar sus canciones,  pero qué va... la emoción siempre gana porque su música está por encima de él y de sus lógicas mermas de senectud, su música es atemporal. Además, vino acompañado de una banda impresionante de musicos jóvenes y veteranos que parecían autenticas reencarnaciones vocales de los beach boys ausentes, cuya profesionalidad  y talento instrumental mantuvo el pulso del concierto llevado a un ritmo trepidante. La media de edad del público era de jubilación. Me senté con mis colegas y nos callamos en la primera parte dedicada a sus versiones de canciones  de Gershwin que sin dejar de ser del compositor tenían el toque wilson genuino. La voz de Brian cobró protagonismo pero en algunas ocasiones fallaba. No nos importó lo más mínimo. Faltaría más. En la primera parte tocaron 14 canciones... Bien. A partir de ahora empezaría lo bueno.

La segunda parte...no creo que la olvide jamás...

Aquí teneis la set list:
  1. California Girls
  2. Dance Dance Dance
  3. Surfer Girl
  4. Catch A Wave
  5. Surfer Moon
  6. Please Let Me Wonder
  7. When I Grow Up (To Be A Man)
  8. Don't Worry Baby
    (Jeffrey Foskett on lead vocals)
  9. Do You Wanna Dance
  10. Do It Again
  11. Darlin'
    (Darian Sahanaja on lead vocals)
  12. I Get Around
  13. Add Some Music To Your Day
  14. Sail On, Sailor
    (Scott Bennett on lead vocals)
  15. Pet Sounds
  16. Sloop John B
  17. Wouldn't  Be Nice
  18. God Only Knows
  19. Heroes and Villains
  20. Good Vibrations
  21. Encore:
  22. Johnny B. Goode
    (Chuck Berry cover)
  23. Help Me, Rhonda
  24. Barbara Ann
    (Brian playing Bass)
  25. Surfin' USA
    (Brian playing Bass)
  26. Fun Fun Fun
  27. Encore 2:  All Summer Long

La banda arropó a Wilson  y repasaron todos los exitos de manera impecable. Y qué gozada, no he sonreido más en un concierto. Todo el público sesentón, la mayoría sentado, acabó levantando  sus huesos roídos por el tiempo y bailó, cantó y tarareó, mirandonos a nosotros los jóvenes, diciendonos con sus caras, vosotros  cincuenta años más tarde no habeis podido mejorar esto, panda de niñatos. Y es verdad.

Yo, pues voy  a confesarlo, cabrones que me obligais a ello,  lloré cuando Brian Wilson cantó God Only Knows (the best song I ever wrote, dijo);  me acordé de los que no están y también del que ha venido porque, con un año de vida, baila sonriendo con el dedo levantado y la mirada hacia arriba, cuando el malacabeza del padre le pone Pet Sounds, buscando sin duda a los ángeles que,  tal y como sugirió el propio Wilson, velaron la producción de su obra maestra.  Soy agnóstico pero Pet Sounds roza la divinidad.




Te has dejado llevar Tirso...

Cállate la boca, que estoy hablando de Brian Wilson, el Bach de siglo XX.


2 comentarios:

  1. Grande Tirso, y cómo no: gigantesco Brian. Muchas gracias por la deicatoria y más aún por esta emocionadísima crónica. No la hubiera querido de un musicólogo o un periodista profesional.

    No he tenido el gusto de ver a Brian en directo, aunque no pierdo la esperanza. Pero supongo que cuando se va a un concierto de este hombre ya se sabe a lo que se va: a misa.

    Envidia sana me das, larga vida a la música de Brian!!!

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  2. original, sentida y, como siempre, bien escrita.


    Vaya telita la vida del probe brian. Dice que cuando está en el escenario escucha voces que le dicen cosas en plan que tenga cuidaito...

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