Eyes Wide Shut me cautivó cuando la vi por primera vez. El cine de Kubrick te suspende en un ritmo que en muchas ocasiones no es ni cinematográfico y con Eyes Wide Shut volvió a ocurrir. Aparte de las escenas más morbosas, me encantó el gran objetivo de la película, es decir, mostrar que nada ocurrió realmente sino en la mente de los protagonistas. Y qué decir de la música.
Hace poco cayó en mis manos (en francés) Relato Soñado de Arthur Schnitzler seguido del guión del propio Kubrick de Eyes Wide Shut, versión cinematográfica de dicho cuento.
Ya sabeis que aquí adoramos la literatura centroeuropea sesuda. Y este relato no es una excepción, absolutamente influenciado por el psicoanálisis y ambientada en la Viena de entreguerras, es muy interesante por la dualidad realidad-sueño planteada y la puesta a descubierto de las fantasías eróticas femeninas, en particular de Albertina, mujer muy comme il faut y muy formal del doctor protagonista, Florestan, un tipo que se queda fuera de juego al escuchar la faceta más íntima de su mujer cuando ésta le confiesa cierto capítulo sensual adolescente y sus sueños eróticos. Si bien Florestan es el motor del cuento, Albertina es la revelación de esta narración; el personaje a reivindicar en aquellos años 20. Una mujer libre en su pensamiento y que no se siente mal por sus pulsiones. Y Kidman se come a Cruise en la película aunque encarne un personaje que se siente algo más culpable que en el libro.
Florestan era el nombre con el que designaba Robert Schuman a su yo más apasionado (ya sabéis, este genio de la musica romántica acabó muy mal del coco), dedicándole una pieza a dicho personaje en su Carnaval opus 9. Y el cuento, así como la película, guardan mucha relación con máscaras de carnaval con las que nadie es realmente lo que es y todo lo contrario.
Ya sabeis que aquí adoramos la literatura centroeuropea sesuda. Y este relato no es una excepción, absolutamente influenciado por el psicoanálisis y ambientada en la Viena de entreguerras, es muy interesante por la dualidad realidad-sueño planteada y la puesta a descubierto de las fantasías eróticas femeninas, en particular de Albertina, mujer muy comme il faut y muy formal del doctor protagonista, Florestan, un tipo que se queda fuera de juego al escuchar la faceta más íntima de su mujer cuando ésta le confiesa cierto capítulo sensual adolescente y sus sueños eróticos. Si bien Florestan es el motor del cuento, Albertina es la revelación de esta narración; el personaje a reivindicar en aquellos años 20. Una mujer libre en su pensamiento y que no se siente mal por sus pulsiones. Y Kidman se come a Cruise en la película aunque encarne un personaje que se siente algo más culpable que en el libro.
Florestan era el nombre con el que designaba Robert Schuman a su yo más apasionado (ya sabéis, este genio de la musica romántica acabó muy mal del coco), dedicándole una pieza a dicho personaje en su Carnaval opus 9. Y el cuento, así como la película, guardan mucha relación con máscaras de carnaval con las que nadie es realmente lo que es y todo lo contrario.
Esta vez no quiero revelar mucho. Sólo decir que el cuento ata todos los cabos que plantea y la película se toma algunas libertades respetando mucho el texto. Florestan es menos maniqueo y machista que Bill (Tom Cruise), de hecho Schnitzler también hace que Florestan le cuente a su mujer que estuvo a punto de serle infiel en el mismo sitio donde su mujer también es tentada. No tenemos referencias de Bill en este aspecto en la película, que parece que tiene un expediente intachable en el pasado salvo en la fiesta de Ziegler donde también flirtea su mujer. Resulta muy interesante como Florestan, en el relato, conoce únicamente el rostro de la prostituta cuando va a su cuarto y conoce sólo el cuerpo de la mujer desnuda que lo salva en el baile, sin saber hasta el final que ambas son las misma persona, cuando las ve unidas cabeza y cuerpo en la morgue. En el guión, Kubrick desdobla esta mujer en dos prostitutas, una que lo salva (por agradecida) y otra que podría haberlo condenado para siempre (SIDA).
Me da la impresión que la ausencia de Kubrick en la promoción de la película debido a su fallecimiento hizo que se explotara la vena más morbosa de la misma por parte de los productores y no se entendiera en algunas de sus claves. Mucho se ha hablado de la ruptura de Kidman-Cruise tras el rodaje o de las escenas sexuales-rituales, sin hacer esfuerzos en explicar los temas que subyacen en la historia que son muy interesantes: el sexo como estado mental que aspira a la libertad total, la neurosis, la identidad, el aburrimiento en la pareja, lo poco que conocemos a la persona con la que compartimos nuestra vida o el error de esconderse tras la institución del matrimonio sin preocuparnos por la persona.
De hecho, novela y película guardan muchas similitudes, están cargadas de simbologías que superan las pretensiones de este blog y se prestan a múltiples lecturas (psicoanalítica, social e incluso en clave religiosa como una crónica de tentaciones), pero yo me quedo, como siempre, con la que muestra que no hay nada más neurótico que ser burgués, con esos códigos que arrastran a una conducta intachable, encorsetada, sin mácula, y que provocan una tendencia a las depravaciones más refinadas y por tanto brutales; o al menos llevan a soñar con ellas o a creer que se viven realmente. Una pareja burguesa es un campo de batalla apasionante, estén sus miembros despiertos o dormidos.
Es curioso como evoluciona el cine de Kubrick, parece como si dejara claves pendientes de evolucionar con el tiempo.Todas sus pelis crecen, o tal vez seamos nosotros los que crecemos y las vemos de otra manera.
ResponderEliminarMe dejas con ganas de verla de nuevo y sobre todo de leer el relato.
Mi impresión es que era una película gélida, una aproximación a lo sexual muy distante, como de médico o tal vez de boyeur de intimidades ajenas, todo lo contrario a otras pelis que abordan la temática como La Pianista, que con muy poquito conmueven hasta la médula.
A mi el relato me ayudó a entender mejor la película. Mencionas la pianista que curiosamente tengo en mi lista de libros pendientes, junto con la pelicula. Saludos
EliminarPor cierto, La Pianista, película, la vi por recomendación del Niño Pedante (esto parece un patio de vecinos internacional).
EliminarYo no leo mucho pero sí el Club de los Suicidas. Chiquitito pero matón, podría pasar por novedad literaria de lo moderno que resulta.
Pues tendré que haceros caso. Haneke es garantía de riesgo y comedura de tarro.
EliminarEyes Wide Shut, la primera vez que la ví, me supo al "Club de los suicidas" de R.L. Stevenson. Quizás sea porque Florestan y Florizel empiezan los dos por Flo.
ResponderEliminarOtra obra que tengo en mi lista. Saludos Niño.
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