sábado, 11 de junio de 2011

Vente para Alemania Pepino

A mi querida Sufridora, que siempre me sufre.


Queridos malatestianos... en esta entrada quiero dar crónica de mi estancia en Alemania en plena crisis alimentaria. Si, a la espera de pasar la cuarentena de los posibles síntomas, os escribo. En cualquier caso, yo me he sacrificado por vosotros. Yo he tenido mala cabeza, y no he tenido mas remedio, que ir a la boca del lobo.


1. Prolegómenos

Se acercaba el puente y yo pensando en mis adentros, qué bien, no hay nada programado, dolce far niente, paseos, merendolas, helados en los parques soleados de la Ciudad del Norte de Europa donde Vivo  hasta que la voz de mi Sufrida preguntó con entusiasmo ¿Qué quieres hacer en Osnabrück? Osnabrück...de pronto, todas las noticias de extraños casos de muertes horribles que me sonaban felizmente lejanos se agolparon en mi cabeza... Osnabruck... eso es Alemania ¿verdad?  respondí. Pues no quiero... morirme, contesté. Mi rostro tuvo que decirlo todo porque mi Sufridora mutó su cara de entusiasmo por una de decepción. Y no era una máscara. Empecé a recordar que, (¡¡mierda!!) teníamos el plan de  ir a la casa de unos muy buenos amigos en Osnabrück del 2 al 5 de junio. Todo se tornó angustia... todo. Empecé a leer diarios, cronicas y, por supuesto,  me indigné con la falsa acusación hacia las verduras de mi tierra. Me aprendí las medidas higiénicas a tomar y mostré mi mejor talante para que la cara de decepción de mi Sufridora se tornara entusiasmo de nuevo. Siempre he sentido pavor por las muertes absurdas, tengo un catalogo lleno y marcharte de este triste mundo desangrado por dentro debido a la ingesta (me encanta esta palabra) de algo en mal estado es una de ellas. Tomamos la determinación de no comer nada crudo. Yo necesitaba repetirmelo todos los días para combatir mi acojonamiento pero era el único. Mi Sufridora me enviaba mensajes subliminales: un dia voy a cansarme de tus chorradas.

2.  El viaje de ida y la llegada.

In the train me invadió una tristeza malheriana muy fin de siglo. Me acordé de Thomas Mann, perdón Gustav Mahler, perdón, Gustav von Aschenbach cuando los italianos le decían que no, hombre, tranquilo Herr Aschenbach, que no había peste bubónica en Venecia.





Imaginaba un pais tan acojonado como su visitante (yo) y realmente parecía el único preocupado en el tren. El paisaje era agrario y me decía donde estaría la fuente dañina porque siempre supe que no éramos nosotros los responsables. Nos esperaban nuestros anfitriones (Carol, Lud y la pequeña Violeta) con un sol espléndido, cerveza, barbacoas, paseos y muy buen humor.


3. Das Bier


Fuimos a una taberna muy chula llamada El Pato Verde (córcholis, como el pepino...) y al abrir la carta, el  primer encuentro con la realidad.



Algo así como que no daban ensalada. Decidí hacer como los autóctonos ponerme ciego de cerveza fresquita y para mis adentros me dije, la cerveza tiene alcohol ¿no? seguro que esto si no mata la bacteria, la convence de ser mejor persona, se echa unas risas con mis encimas, cantan himnos populares y se marcha  por el recto sin molestar diciendo tschüs. Y hala a pribar con Lud. Que con el puntito las paranoias pasan mejor por el coco.

4. El partidazo

 Lud me había comprado una entrada para  que fueramos a un amistoso de las selecciones de  fútbol de Alemania e Italia...femenino. Cuando me lo dijo no supe como reaccionar pero no quise mostrar mi gracejo sureño y puse la careta de entusiasmo. Me encontré con un estadio local lleno a rebosar de familias enteras, chicas guapas deportistas y alguna que otra banda de machos borrachos dispuestos a soltar sus bromitas sexistas en alemán rápidamente cortados por la sección de enfervorizadas de la selección alemana femenina que los intimidaron rápidamente. Intimidaban taco dicho sea de paso. Y bebían más que ellos sin perder la compostura. El resultado fue de 5 a 0 para las alemanas que jugaron un gran partido muy ameno. Yo solamente pregunté si a la selección femenina se la llamaba manschaft o frauschaft. El momentazo fue a la hora de los himnos. Os dejo un fragmento. ¿A que en grupo acojonan?



5. El mercado.
 Tras tres días a base de barbacoas, krombachers, bionades y cupcakes (¡¡¡¡gracias Carol!!!) Lud me hizo la proposición aventurera: vamos al mercado. Las ensaladas, tomates y pepinos sin vender y encima, producto de la confusión, eran ofrecidos con letreros, achtung, que son de la región... y yo, nacionalista y sensato (¿se puede ser las dos cosas a la vez?, le dije a Lud, pero si ése es el riesgo,  que son aus der region...


 

De repente Lud frotó una zanahoria para quitarle la tierra y se la comió delante de mi... ¿¿¿¿QUE HACES???? nada... racionales como son me dijo: Los enfermos son solo 2000 en un pais de 80 millones. Claro que los enfermos también podrían haber pensado eso: que cómo les iba a tocar a ellos. Ay,  el fatalismo siempre vence a la razón. Esto,  los positivos y positivistas no lo entenderán jamás...De vuelta del mercado, contemplo la siguiente pancarta en la bier strasse (mi calle favorita)


¿Osnabruck isst gut? yo por si acaso, más cerveza, más carne asada para contrarrestar mi tristeza malheriana muy fin de siglo, seguir atontado y procurar que mi Sufridora no se me mosqueara. Entre tanto que si la bacteria estaba en el agua sin gas embotellada que si era Al quaeda... palos de ciego por parte de la maquina más perfecta de Europa, la Deutschland... ahora que son brotes de soja...en fin...bitte más cervecica. Danke.

Y más personas  infectadas y, lamentablemente, fallecidas.

Pero un fin de semana pantagruélico y cervecero. Danke schön noch mal Lud und Carol!


6. ¿La vuelta?

Con la vuelta se me acabó de hundir mi mito alemán. Nuestro zug hacia Colonia, donde nos esperaba otro  para volver a la maison, sufrió un retraso de más de dos horas.





Además de retrasarse dos horas por motivos desconocidos y encima nos dejaron parados en una ciudad porque los servicios de la primera clase se habían estropeado y los pobres ricos debían hacer sus cosicas como Got manda. ¿Total? tres horas de retraso. Me sentí en una versión chusquera de Titanic. Encima sin entender nada. De nuevo más cerveza, bitte. Y encima confirmaban  que eran brotes de soja tras desmentidos...jajota... eso suena a querer dar carpetazo al asunto, no asumiendo el fiasco de la gestión.  ¿Puede ser Alemania un país tan cutre como España en gestión de crisis? Ja natürlicht.

7 Die  Helden

Sin duda, tras comprobar que somos limpios e inocentes, que somos católicos y eso de limpiar se nos da muy bien, deben volver a invitar a nuestras verduras, al denostado pepino español,  a  volver a campear por Europa, por Alemania, su supuesto motor. En un momento de patriotismo, reivindico la dignidad socarrona del landismo cuando Pepe se fue y volvió de Alemania.




Pero sin duda el mejor ejemplo de patriotismo llevado al paroxismo, con un deje de parodia inherente a nuestro ser y que nos honra,   ha sido Sosa Wagner. La imagen ya lo dice todo. Este tipo es un grande de Europa.

¡Salud parara todos! Auf Viedersehen.