sábado, 13 de octubre de 2012

El terror no es español

Últimamente ando un poco punkie con esto de los libros. O es que no tengo paciencia ya.

Encontré Aquelarre, Antología del cuento de terror español actual de la editorial Salto de Página,  en una librería de Palma de Mallorca estas pasadas vacaciones y no dudé en comprarlo.  Recuerdos estivales de lecturas terroríficas juveniles, la revisión de House of Dark Shadows y la efemérides de Lovecraft, que suscitó diálogos con mis ilustres seguidores, hicieron que me decantara por atacar con ilusión esta antología:



Yo soy muy mío con esto del terror. Para mi en un buen cuento de miedo, el humor, la intelectualidad, el sentimentalismo hacia el mal y la cursilería en el estilo no caben si no en dosis muy moderadas.... vamos, unas gotas.  Un cuento de terror para que me inquiete, porque a mi edad lo que me da miedo es el paro, la Ryanair y el futuro del euro, tiene que ser desolador, nada de sentimientos, ironías o un estilo sostenido lleno de metáforas para demostrar lo guay que es el autor. No.




Por eso me encanta el cine asiático de terror, Lovecraft o Poe: el mal casi siempre triunfa. Y eso a mi, judeocristiano occidental, me inquieta. Y mucho.





Todos los autores (24) que aparecen en la antología  por fecha de nacimiento son archipremiados, algunos incluso, forman parte de los pesos pesados en el mundo de los laureles literarios con premios muy conocidos. Se nota quien se dedica a este género por inclinación y quien se ha querido dar un escarceo en esta vereda fantástica. Con mis aprioris, a mi no me han convencido los cuentos que contienen humor negro o absurdo (La mancha, el banquete del señorito), hacen un esfuerzo conceptual que apaga cualquier inquietud como el Angulo del Horror o intentan hacer un artificio con referencias muy pero que muy manidas ya (como el cuento  Palabras para Nadia y su Valaquia, Budapest, Variaciones Goldberg, trenes y todos sus avíos o el llamado Nox Una y su teatro des Vampiros, ¿os suena?) para morirse de pena, vamos.

Mención especial merece el Espanto y otros microrrelatos cuyas aspiraciones modernas, posmodernas o como se llame eso que ha hecho el autor me han resultado pretenciosos y hasta risibles.

Otros que han bordeado la sima de la pretensión o la cursilería pero que me han  resultado finalmente algo más interesantes han sido Carroñeros del Miedo y Luz de la Noche.

El hombre revenido, escrito a la manera de crónica antigua, es el único que no he podido acabarme.  Además, esto de revenido en Andalucía se presta a mucha guasa.

Cosecha de huesos tiene buen argumento pero creo que al escritor se le ha pasado hacer un par de  últimas correcciones. Esas cosas... se notan...

Hay un grupeto de cuentos que me han interesado en sus inicios pero al final tampoco me entusiasmaron:  Instantáneas, Mascarilla, Círculo Polar Ártico, Escombral, la Luz Encendida,  Arácnidos y Exploradores.

Me pongo muy picky... qué se le va hacer.

¿Cuántos llevo ya? puf todavía me quedan por mencionar los que me han gustado.

Para mi, los cuentos más insólitos, inquietantes y originales son de autores de la generación nacida en los setenta: Medusas, de Ismael Martinez Biurrun que va jugando con nosotros gracias a unos persones muy sólidos, sin duda el  mejor de la antología, Huerto de Cruces, una de zombis cañí con final sorprendente,  de Santiago Eximeno, la Mercancía, sobre licántropos y trafico de personas, de Alberto Lopez Aroca, Caries, sobre dentistas y vampiros,  de Miguel Puente,  la Cotorra de Humbolt, muy bien escrito, de Lorenzo Luengo, la Cirugía del Azar, inquietante como él solo,  de Alfredo Álamo y Gatomaquia, que dosifica muy bien la tensión, de Marc R. Soto. Sí, los jóvenes escritores ganan por goleada a los viejos.

Finalmente de nuevo pienso que el problema lo tengo yo: o soy demasiado exigente, o no tengo paciencia, o soy un cenizo o me estoy haciendo mayor y la realidad  española es tan jodida que ni los monstruos dan ya miedo,  ni siquiera desde la nostalgia de mi adolescencia. Una pena. Para mí, claro.

Pero si esto es lo que se escribe de terror en España, como diría Charles Boyes, switch off and let`s go.







PD: muy chulas las fotos de Rebeca Saray.