sábado, 16 de junio de 2012

Susana y los viejos rockeros



Renacimiento (Tintoretto)





Barroco (Ribera)



Clasicismo (Reni)



Simbolismo (Stuck)




Cubismo (Picasso)



Actualidad (Sport Illustrated)




Active Ageing que lo llaman.






lunes, 11 de junio de 2012

martes, 5 de junio de 2012

Compañía K o el absoluto a través de la fragmentación


Mes de junio. Mitad del año y creo que he leído una de las mejores novedades del panorama actual y no es español ni precisamente nuevo, al menos en su país de origen: Compañía K del excombatiente de la Gran Guerra William March. 





Es un libro, señores, total y fragmentario. Y es total porque es fragmentario. Me explico. Existen dos maneras de intentar hacer un libro total: escribiendo todo y dormir al personal sin dejar ningún resquicio de imaginación al lector, tipo novela de mil páginas de descripciones eternas y pajeras que acaba fracasando o escribiendo partes de lo que se quiere  contar pero de una manera que el lector construya en su mente el resto de lo que el escritor quiere reflejar. Esto segundo es lo más difícil, hacer al lector coautor del mensaje haciéndole asumir y entender mucho más de lo que lee (también requiere de lectores inteligentes). Y March consigue esto a base de contar, insisto, de manera fragmentaria y en primera persona breves trozos de vida y anécdotas de los más de cien miembros de la compañía K del ejército estadounidense (cada uno con su capítulo en primera persona) en la más que cruel I Guerra Mundial para así darnos un fresco de la sinrazón de la guerra, de la estupidez de las jerarquías, de la falacia de los ideales como el  patriotismo, del horror de las acciones bélicas que llevan a la muerte, amputación, mutilación o locura.  




March va estructurando las anécdotas de los soldados y oficiales a lo largo de tres momentos: antes de partir a la guerra, durante la contienda (con énfasis en un fusilamiento terrible) y la posguerra. Y no sabe qué momento es peor para los soldados, si la inocencia hacia lo desconocido y horrible, la brutalidad de la guerra o  las consecuencias horrorosas tras el fin de la contienda.  Son fascinantes los capítulos donde los soldados narran los hechos que llevan a su propia muerte, relatada, reitero, en primera persona. Es un libro que se puede leer decenas de veces si se quiere seguir la vida de todos los personajes porque muchos de ellos salen en más de un capítulo, añadiendo cada uno pinceladas a los mismos. Por ejemplo, el capitán Matlock: tiene su propio capítulo donde vemos su psicología, en otro capítulo un soldado narra su muerte, en otro unos soldados hablan de él ya muerto y ya en la posguerra, un excombatiente relata el encuentro de ambos por la calle invitándole el soldado a cenar. También hay espacios para el humor negro.  Y los hay que se salvan. Por pura estadística. 

El estilo contenido, cercano a la ataraxia, es sobrecogedor y consigue lo que se propone, remover conciencias,  porque se aleja de cualquier tipo de exageración o efectismo. March pone mucha distancia con los hechos y consigue indignarnos o emocionarnos más aún. No hay impostura. Hay conocimiento. Se huele la cercanía del sufrimiento narrado. Por eso tardó muchos años en acabarla. Por eso March se mete en el primer capitulo donde un excombatiente  habla con su mujer sobre  su recién acabado libro de vivencias de la guerra.   


Compañía K es por todo ello el mejor libro de guerra  antibélico que he leído. Y creo que volveré a leerlo. Para no olvidar.