He tenido que recorrer un camino de ida y vuelta, y varias veces. Hace unos días acabé La Canción Donde Ella Vive de Daniel Ruiz García y me llenaban sensaciones contradictorias sobre si me había gustado o no. Lo negaba, lo afirmaba para volverlo a afirmar negándolo de nuevo en una espiral malatestiana sin fin ni principio.
Hostia Tirso.
Ya... al lío.
En primer lugar, nada más finalizar el libro me invadió una sensación de decepción motivada simplemente por unas expectativas que no se habían cumplido. Por lo que pudimos leer tanto en la solapa del libro como en internet, la novela se presentaba como un texto generacional, inserto en unas coordenadas que bien podían interesar a lectores de nuestra generación treintañera que ya empezamos a hacer balance de nuestras vidas . Y a por él nos fuimos estas navidades, interesados también por la figura del autor, paisano y perteneciente a la misma generación que nuestras malas cabezas.
Cuando leí la última página me dije: "no ha cumplido con la imagen que se ha querido dar del libro. Es una novela de literatura fantástica en un trasfondo actual y bajo el ritmo de la mejor música de los años sesenta (en particular Beach Boys). No es un libro generacional como me han dicho que era."
Y empezó la Guerra de las Cabezas Malas.
Hasta que comprendí que no era sólo un libro de género fantástico... era un libro que encerraba muchas claves. Entonces, la Guerra terminó. El libro nos había gustado finalmente.
Vaya tela Tirso... tanta paranoia para saber si algo te gusta o no...
Ya...al lío.
Hostia Tirso.
Ya... al lío.
En primer lugar, nada más finalizar el libro me invadió una sensación de decepción motivada simplemente por unas expectativas que no se habían cumplido. Por lo que pudimos leer tanto en la solapa del libro como en internet, la novela se presentaba como un texto generacional, inserto en unas coordenadas que bien podían interesar a lectores de nuestra generación treintañera que ya empezamos a hacer balance de nuestras vidas . Y a por él nos fuimos estas navidades, interesados también por la figura del autor, paisano y perteneciente a la misma generación que nuestras malas cabezas.
Cuando leí la última página me dije: "no ha cumplido con la imagen que se ha querido dar del libro. Es una novela de literatura fantástica en un trasfondo actual y bajo el ritmo de la mejor música de los años sesenta (en particular Beach Boys). No es un libro generacional como me han dicho que era."
Y empezó la Guerra de las Cabezas Malas.
Hasta que comprendí que no era sólo un libro de género fantástico... era un libro que encerraba muchas claves. Entonces, la Guerra terminó. El libro nos había gustado finalmente.
Vaya tela Tirso... tanta paranoia para saber si algo te gusta o no...
Ya...al lío.
Mario, el protagonista, pinchadiscos y critico musical, amante de la música de los sesenta, es un prototipo de treintañero actual. Es un inadaptado, un solitario, un incrédulo, preso en una relación poco satisfactoria, cascarrabias (adorable), cuyo caracter le hace entablar una relación destructiva en busca de lo absoluto, de ese absoluto que le haga estremecerse de nuevo.
La mejor manera de intentar aspirar a lo total es con un amor imposible, con un ser insólito que no es ni presente, ni pasado ni futuro. La tormentosa y destructiva relación que mantiene con Lucía (¡¡Luz!!) puede considerarse una metáfora de la inadaptación al mundo que sufre Mario, cuya visión de las personas es implacable; son impagables sus descripciones de su mejor amigo, de una chica que va de maldita o de un upirólogo, que hasta tienen guiños humorísticos a lo Holden Caulfield. En estas páginas es donde más hemos disfrutado en Malas Testas.
La relación que mantienen Mario y Lucía es tensa y oscura. Las relaciones sexuales, salvajemente bien contadas e importantísimas para Lucía, ofrecen la doble faz eros-tanatos que sobrevuela la historia. Pero su relación está también impregnada de una gran nobleza, que llega a emocionar en su desenlace en una playa sonando Surf's Up de Brian Wilson. Y claro, uno no sobrevive a su ideal. La apuesta era muy arriesgada y para nosotros es un todo un hallazgo.
La música (rock de los sesenta) juega un papel fundamental de principio a fin, estructura la narración, los personajes y el pensamiento del narrador Mario. En este sentido puede que radique la mayor originalidad de la obra, que toma mitos típicamente anglosajones (incluyendo también la trama sobrenatural) y Daniel Ruiz los hace suyos en esta España y olé con sus Seseñas abandonadas y poceros sin escrúpulos.
Como toda obra de autor joven, contiene muchas referencias culturales inteligentemente insertadas que muestran su "univers".
Y hay que resaltar sobre todo la voluntad de estilo que tiene Daniel Ruiz en esta novela, repleta de metáforas muy poderosas que demuestran que ha ido al extremo de sus posibilidades. Es tal el afán del autor de llevar el estilo al límite, de no defraudarse a sí mismo, que incluso en algunas contadísimas ocasiones las imágenes nos han parecido algo forzadas. Pero todo el libro rezuma sinceridad en el intento de lograr la máxima capacidad expresiva o lírica, saliendo Daniel Ruiz victorioso en casi todos los lances estéticos que él mismo se plantea. Esta obra es fruto de trabajo, trabajo y más trabajo.
En definitiva, un libro insólito, entretenido, con contenido reflexivo para el que se quiera detener y construido con un estilo muy sólido.
¡Salud!