sábado, 10 de noviembre de 2012

Radiohead y punto.

Me ha costado trabajo enfrentarme a la pantalla en blanco a la hora de abordar la cronica más que debida del concierto casi místico al que tuve la suerte de acudir hace unas semanas. Me enfrentaba al segundo cumplimiento de sueños musicales del año. El primero fue  Pearl Jam del que di cuenta y recientemente ha sido Radiohead.  Los apostoles del indie and that is all.



La primera vez que vi físicamente a los miembros de Radiohead yo tenía 19 años y ellos triunfaban con Creep. Yo por esa fecha era muy aficionado a la música clásica, mucho más que ahora, porque en Malas Testas vamos al revés de lo razonable. Estaba con mi primo el popero en la Virgin Megastore de Sevilla, cuando aún existía, mirando discos cada uno por su lado cuando vimos a un tipo estrábico junto a un notas bastante feo. Descritos así parecían ridículos, pero como siempre suele pasar con los artistas, esa ridiculez aparente es el análisis de los estúpidos. Por suerte pude percibir que tenían un aura y un carisma fuera de lo común. Firmaban discos de vinilo a un grupito de seguidores, acompañados por los restantes miembros de su banda. Eran Thom Yorke y Johny Greenwood. .



Dieron por aquel entonces un concierto gratis en el muelle de la Sal al que por supuesto no acudimos. Pecados de juventud.

Pasaron años hasta que un amigo me pasó el OK Computer y aquello fue una revelación. Hablar ahora de la importancia de la música de esta gente es baladí y pretencioso. Para eso están los que viven de esto. Nadie hace sombra desde un punto de vista musical a este grupo. Son tan rematadamente buenos, tan honrados con sus propias posibilidades, tan empeñados en no gustarse y en cuestionarse a sí mismos, tan rematadamente cultos y curiosos, tan abiertos a experimentar sin dejar de ser ellos mismos... habrá grupos que nos gusten más, que nos emocionen más, son demasiado abstractos quizás, pero no hay nadie que les llegue al betún. Es así. Pasar del pop al rock, del rock a la música contemporánea y de ésta a la electrónica siendo Radiohead... todavía no se conoce su influencia en el futuro.  Han escrito la banda sonora de la modernidad, con toda su paranoia, su  neurosis y pesimismo. Pedestal. Lo único.





Vinieron a Amberes con la gira del King of Limbs, las entradas se agotaron en unos minutos por el mes de marzo. Nos pusimos cuatro amigos como brokers a reventar el sistema informático. Finalmente conseguimos las entradas.  El sportpaleis se llenó obviamente unas 20 000 personicas, pero esta vez mi agorafobia se había calmado con mi experiencia del Werchter y Pearl Jam.

Aparecieron y se pusieron a tocar sin dirigirse al público, pero no importaba, la música de esta gente está por encima de ellos y de nosotros. Empezó a sonar y nos callamos todos. El escenario estaba compuesto por pantallas colgadas que subían y bajaban reflejándolos a ellos en vivo, creándose un efecto real-imagen muy interesante.




Thom Yorke se presentó muy bailongo con gestos de danza contemporánea en los temas mas electrónicos  (con mixomatosis, fue espectacular). El carisma de este cantante es impresionante. Su falseto es desgarrador en los temas más íntimos, nada afectado...único (Pyramid Song).



Johnny Greenwood se me reveló no sólo como el auténtico músico del grupo, el más rico e innovador, sino también como un excelente guitarrista y multi-instrumentista.



El  resto de la banda es también espectacular. Compaginaron temas conocidos con otros del nuevo disco y canciones inéditas... mostrando que los primeros que no se tienen que aburrir son ellos. Nada de gustarse ni de gustar. Mandan. Y vaya si lo hacen.



Claro que el público no quiso que se fueran. Claro. Tuvieron que volver dos veces. Ovación. A los flamencos no les importó que Thom Yorke se dirigiera a ellos en francés. Fue una experiencia muy cerebral y emotiva al mismo tiempo. Fenómeno fuera de lo común, del que te sientes tan alejado como sometido. Es lo que pasa cuando ves a los mejores. Amen.




viernes, 9 de noviembre de 2012

Et pourtant...











— Et pourtant vous serez semblable à cette ordure,
À cette horrible infection, 
Etoile de mes yeux, soleil de ma nature,
Vous, mon ange et ma passion!


Oui! telle vous serez, ô la reine des grâces,
Apres les derniers sacrements,
Quand vous irez, sous l'herbe et les floraisons grasses,
Moisir parmi les ossements.


Alors, ô ma beauté! dites à la vermine
Qui vous mangera de baisers,
Que j'ai gardé la forme et l'essence divine
De mes amours décomposés!

Charles Baudelaire











Foto: Rebeca Saray
Modelo: guess who

sábado, 13 de octubre de 2012

El terror no es español

Últimamente ando un poco punkie con esto de los libros. O es que no tengo paciencia ya.

Encontré Aquelarre, Antología del cuento de terror español actual de la editorial Salto de Página,  en una librería de Palma de Mallorca estas pasadas vacaciones y no dudé en comprarlo.  Recuerdos estivales de lecturas terroríficas juveniles, la revisión de House of Dark Shadows y la efemérides de Lovecraft, que suscitó diálogos con mis ilustres seguidores, hicieron que me decantara por atacar con ilusión esta antología:



Yo soy muy mío con esto del terror. Para mi en un buen cuento de miedo, el humor, la intelectualidad, el sentimentalismo hacia el mal y la cursilería en el estilo no caben si no en dosis muy moderadas.... vamos, unas gotas.  Un cuento de terror para que me inquiete, porque a mi edad lo que me da miedo es el paro, la Ryanair y el futuro del euro, tiene que ser desolador, nada de sentimientos, ironías o un estilo sostenido lleno de metáforas para demostrar lo guay que es el autor. No.




Por eso me encanta el cine asiático de terror, Lovecraft o Poe: el mal casi siempre triunfa. Y eso a mi, judeocristiano occidental, me inquieta. Y mucho.





Todos los autores (24) que aparecen en la antología  por fecha de nacimiento son archipremiados, algunos incluso, forman parte de los pesos pesados en el mundo de los laureles literarios con premios muy conocidos. Se nota quien se dedica a este género por inclinación y quien se ha querido dar un escarceo en esta vereda fantástica. Con mis aprioris, a mi no me han convencido los cuentos que contienen humor negro o absurdo (La mancha, el banquete del señorito), hacen un esfuerzo conceptual que apaga cualquier inquietud como el Angulo del Horror o intentan hacer un artificio con referencias muy pero que muy manidas ya (como el cuento  Palabras para Nadia y su Valaquia, Budapest, Variaciones Goldberg, trenes y todos sus avíos o el llamado Nox Una y su teatro des Vampiros, ¿os suena?) para morirse de pena, vamos.

Mención especial merece el Espanto y otros microrrelatos cuyas aspiraciones modernas, posmodernas o como se llame eso que ha hecho el autor me han resultado pretenciosos y hasta risibles.

Otros que han bordeado la sima de la pretensión o la cursilería pero que me han  resultado finalmente algo más interesantes han sido Carroñeros del Miedo y Luz de la Noche.

El hombre revenido, escrito a la manera de crónica antigua, es el único que no he podido acabarme.  Además, esto de revenido en Andalucía se presta a mucha guasa.

Cosecha de huesos tiene buen argumento pero creo que al escritor se le ha pasado hacer un par de  últimas correcciones. Esas cosas... se notan...

Hay un grupeto de cuentos que me han interesado en sus inicios pero al final tampoco me entusiasmaron:  Instantáneas, Mascarilla, Círculo Polar Ártico, Escombral, la Luz Encendida,  Arácnidos y Exploradores.

Me pongo muy picky... qué se le va hacer.

¿Cuántos llevo ya? puf todavía me quedan por mencionar los que me han gustado.

Para mi, los cuentos más insólitos, inquietantes y originales son de autores de la generación nacida en los setenta: Medusas, de Ismael Martinez Biurrun que va jugando con nosotros gracias a unos persones muy sólidos, sin duda el  mejor de la antología, Huerto de Cruces, una de zombis cañí con final sorprendente,  de Santiago Eximeno, la Mercancía, sobre licántropos y trafico de personas, de Alberto Lopez Aroca, Caries, sobre dentistas y vampiros,  de Miguel Puente,  la Cotorra de Humbolt, muy bien escrito, de Lorenzo Luengo, la Cirugía del Azar, inquietante como él solo,  de Alfredo Álamo y Gatomaquia, que dosifica muy bien la tensión, de Marc R. Soto. Sí, los jóvenes escritores ganan por goleada a los viejos.

Finalmente de nuevo pienso que el problema lo tengo yo: o soy demasiado exigente, o no tengo paciencia, o soy un cenizo o me estoy haciendo mayor y la realidad  española es tan jodida que ni los monstruos dan ya miedo,  ni siquiera desde la nostalgia de mi adolescencia. Una pena. Para mí, claro.

Pero si esto es lo que se escribe de terror en España, como diría Charles Boyes, switch off and let`s go.







PD: muy chulas las fotos de Rebeca Saray.



lunes, 3 de septiembre de 2012

Las vidas ajenas e incompletas


Ando dividido, de nuevo, por un libro que empecé con ganas pero cuyo interés se fue diluyendo poco a poco, conforme pasaba las hojas (leídas, que conste... que eso de leer en diagonal como hacen los editores y críticos profesionales yo no lo puedo hacer): Las Vidas Ajenas del respetado José Ovejero.  La maldición de las 30 últimas páginas acechaba de nuevo. Sin embargo, tuve la pulsión suficiente de acabarlo porque el libro transcurre en Bruselas. 



Bruselas es una ciudad que conozco bien, miento, hay tantas Bruselas que sería imposible conocerla bien... mejor diría que intuyo, creo, toda su diversidad, riqueza y también diferencias e injusticias, que son legión. Ovejero ha escrito desde la perspectiva de los perdedores, belgas y africanos, qué mas da. Y aquello parecía interesante, pero al final para mi se ha quedado en un libro con muy poquito fuelle, pese a su premio Primavera y todos los espaldarazos a este autor del que ya leí un ensayo-guía de viajes llamado Bruselas, obra un poco trasnochada en algunas de sus percepciones, ya que esta ciudad esta en constante cambio. Sin embargo, encontré en Bruselas reflexiones que yo también había experimentado con anterioridad (cosa que me reconfortó)  y que se convierten en las Vidas Ajenas en objeto literario: la riqueza de un país, la Belgique, basada en el expolio y exterminio del Congo Belga (y reflejada en al auge del art nouveau)  y las enormes desigualdades que conviven en Bruselas. 

Si bien la trama de la novela es aparentemente policíaca, un chantaje un tanto chusquero a un millonario belga basado en sus tejemanejes y atrocidades desde generaciones en el Congo,  pronto el autor se centra en unos personajes que, en mi opinión, son o demasiado estereotipados   (el millonario viejo, su mujer joven y buenorra, la mano derecha de éste, que es un leguleyo sin escrúpulos) o carentes de interés como un estudiante loco drogadicto y su hermana un tanto a la deriva,  un trapero belga y su mujer peluquera o un taxista tunecino que parece más bueno que el pan, dejándose llevar el autor por el sentimentalismo (la relación amorosa entre el taxista y la hermana del loco llega a ser hasta cursi)  y también por un cierto maniqueísmo (los ricos son malos malísimos y los pobres son buenos incluso cuando  son  malos porque son víctimas), a lo Loach o Iñárritu.

La organización del chantaje cutre e inocente sirve al autor para ir dando a entender que no hay solución para los que nacen abajo (a pesar de un tibio happy end que a mi me ha chirriado también). Esta perspectiva es interesante pero los personajes y sus derivas personales a mi no me han convencido, salvo Kasongo el congoleño, cuya historia lamentable y psicología son el mayor logro de la novela.

Kasongo es el símbolo de la supervivencia total.  Es todo supervivencia y dignidad. De hecho, si bien Bruselas es el escenario de esta novela, el tema es la desigualdad social que siempre triunfa a base de injusticia tomando como ejemplo mayor a África y su expolio pasado y presente simbolizados en Kasongo que a pesar de ser una víctima también fue verdugo. 
Quizás yo esperaba más de la novela por una cuestión estrictamente personal... en esta historia he echado de menos la perspectiva del expat  en Bruselas como lo es Ovejero, como lo puedo ser yo. Un expatriado no es un inmigrante. ¿La diferencia? Puramente social.  Igual Ovejero optó por no querer retratarse. Como creador está en su derecho. No es un reproche, es un lamento por mi parte porque los expats en Bruselas son una parte fundamental de la dinámica urbana. Quizá el problema no es el libro sino las aspiraciones que yo tenía con él. Falta una gran novela de la Bruselas de los expatriados... tan diversa, tan compleja, llena de proyectos y ambiciones burguesas.  Y alguien debería ponerle solución a esta carencia.  







lunes, 20 de agosto de 2012

Yo también quise ser Providence

Feliz cumpleaños Howard, los Profundos y yo te saludamos.

Yo también quise ser Providence  a mis quince años.

Tus cuentos me acompañaron mucho a esa edad difícil, en la que me solía odiar a sí mismo.

Tu panteón de dioses implacables y de seres terroríficos siempre triunfantes sobre el hombre, tu misantropía, tu huida constante de la realidad, tu rechazo de la modernidad me hicieron sentirme bien con mis granos y mi inseguridad ante los cambios adolescentes.

Si te releyera ahora me reiría candorosamente pero, claro, sería tanta la nostalgia que prefiero no hacerlo y recordar tus cuentos con una sensación de miedo y gratitud.



viernes, 17 de agosto de 2012

Una cuestión de estilo

Casi todos los escritores incluidos los buenos, tienen voluntad de estilo. Sólo unos pocos, poquísimos, tienen estilo a base de un gran trabajo y sacrificio personales.  Antonio Lobo Antunes es uno de ellos.

Un tipo que siendo médico y padre de familia se acostaba a las tres de la mañana escribiendo.

Un tipo que hizo infeliz a las personas de su entorno para hacer felices a miles de lectores.

Un tipo que dice que se va las tardes de su casa porque no puede trabajar con el ruido que provoca su nieto de visita.

 Un tipo que cuando pasa una hora en sociedad ya se quiere ir porque cree que está perdiendo el tiempo.

Un tipo que si le dan un premio cree que está haciendo algo mal.

Un tipo que ha visto el horror  humano y lo convierte en poesía.

Un tipo que dice que si no escribe, no tiene nada.

Esto que ven abajo... es un escritor con estilo.






Acabo de leer memoria de Elefante y he recordado la máxima de Michel Houellebecq:  rater sa vie et réussir l'oeuvre para entonces triunfar como persona, sufriendo por ello. Y de eso creo que trata este libro, que es una confesión de su amor por su primera mujer, la crónica íntima de un fracaso sentimental de pareja y su contrario también, la declaración de una voluntad artística, de un triunfo literario, marcando el debut de este escritor grandioso. Un exorcismo del que surje un autor fundamental que critica en estas páginas también la psiquiatría y la consideración científica de la locura, especialidad a la que se dedicó durante años.  

El estilo de Antunes pone al resto de escritores en un compromiso. Creo que muchos tienen que odiarle.  Es un escritor de pedestal, te somete, te subyuga sin ínfulas ni soberbia, sino a través de metáforas e imágenes sobrecogedoras y basadas en lo cotidiano que no pueden sino arrancar sonrisas a lectores avezados. Un libro hermoso, excesivo, valiente y muy personal, a veces difícil de leer y otras hasta humorístico. Una confesión pública. Una declaración estética de intenciones. Repito, un triunfo literario.



jueves, 9 de agosto de 2012

Un recuerdo para Hermann Hesse



No sé lo que habría sido de mi vida si no hubiera leído Demian o el Lobo Estepario.

Un recuerdo para el eterno Hermann Hesse.

viernes, 3 de agosto de 2012

Chuck Palahniuk con tónica

No sé si Chuck Palahniuk escribe bien en el sentido canónico del escritor con capital letters  pero hace que te leas sus libros en cualquier situación. No es barroco, ni clásico, ni moderno ni mucho menos posmoderno ni nada de eso.  Palahniuk es charcutero, provocador,  irreverente. Pero bajo esta perspectiva feísta, efectista y de claro gusto por lo desagradable y el tabú,  tenemos un escritor clarividente, intuitivo a la hora de diseccionar la sociedad americana, esa que conocemos incluso mejor que la nuestra. Y encima, nos propone temas de reflexión. 



El argumento de Snuff  son las peripecias de tres actores porno, un profesional y dos amateurs  (los actores 600, 137 y 72)  durante el rodaje de un gang bang con cifras de record, teniendo como objeto una actriz icónica de ese submundo. Cada uno tiene distintos motivos para estar allí, todos relacionados con dicha actriz. Además, la coordinadora del rodaje poco a poco va adquiriendo cada vez más importancia.  Bajo este escenario sórdido se tratan temas muy interesantes porque nada es lo que parece en realidad: la filiación, la identidad y la venganza. Además, muestra que debajo de los iconos  sacrosantos del star system de hollywood había muchos episodios desagradables.
Lo sublime es el barniz de lo sórdido.

Joder, esta frase te ha quedado de miedo...

Desde un punto de vista técnico, la novela es muy interesante: monólogos interiores de grandes confesiones psicologícas, donde Palahniuk lleva al paroxismo su gusto por los temas prohíbidos, dialogos brillantes, reflexiones sorprendentes y un giro final sobre el actor 600 y la coordinadora del rodaje, que no desvelaré para no estropear la posible lectura de este artefacto chocante, divertido y serio a la vez, que esconde mucho más de que lo aparentemente muestra.

La gran maestría de Palahniuk reside en el control total que tiene de sus personajes, que van evolucionando a lo largo de las páginas, mostrando su verdadera naturaleza ante un lector que no puede hacer otra cosa que leer.

Un pero apriorístico: sólo he leido este libro de Palahniuk pero creo que su estilo puede provocar cierta indigestión.  Pero para eso está la tónica.

Otro pero: Palahniuk surge en la cultura bienpensante y dominante WASP de su país. Es normal que con el puritanismo tontorrón surjan escritores de este calibre. Nosotros en la vieja Europa, más vieja y por tanto serena, tenemos a Houellebecq.  Y creo que ganamos.

martes, 31 de julio de 2012

Con enebro, por favor.




Esta es la imagen que me traigo de mi viaje a España, un país que era mi casa, pero que me sorprende cada vez más en la medida en que me voy convirtiendo more and more en un turista. No soy Don Drapper en Manhattan. Soy Tirso Malatesta en Sanlúcar de Barrameda. 


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lunes, 9 de julio de 2012

Rock Werchter y la Mermelada de Perla

"The waiting drove me mad, you are finally here and I'm a mess" (Pearl Jam)



Gran Dave: Te he sacado la entrada para el Rock Wechter, para Pearl Jam. Se que te alegrarás, aunque ahora te cagues de miedo. No me des las gracias.




Tirso: ¿Cómo? Pero ¿cuanta gente va para allá?

Gran Dave: Unas 85 000 pero tranquilo que esta todo muy bien organizado. Además, Pearl Jam, desde lo que pasó en Roskilde no va a actuar en un festival que no tenga la seguridad garantizada. Sé que te alegrarás, aunque ahora te cagues de miedo. No me des las gracias. Ya me pagarás.

Pues sí. Nunca había estado en un concierto  de Pearl Jam y nunca había ido a un macrofestival. Era uno de esos sueños que son eso, sueños y no se hace ningún esfuerzo por hacerlo realidad. 29 de junio.Tenía la entrada desde enero. La neurosis debido a mi claustrofobia y agorafobia empezó poco a poco, con cada semana  que pasaba imágenes de masas atrapadas iban ganando mi mente, de manera gradual, un poquito por aquí y un poquito por allá llegando al paroxismo la semana previa al concierto, donde alcanzó el excelso rango de monotema.

Sufridora: "Estas muy pesado, Tirso, si tanto miedo te da no vayas pero por favor no me hables más del tema".

Me aprendí el mapa del Wechter de memoria para localizar las salidas de emergencia,  acabé con la paciencia de mis amigos sobre mis miedos a las masas, especialmente del Gran Dave y Lady Diana, que con sarcasmos para hacerme reir  recordaban en el coche sus peripecias en macroconciertos donde a pesar de empellones y bloqueos nunca les había pasado nada (que si Oasis en Hyde Park con 120 000  personas etc...) temas que me "enervaron" más aún, hasta que nos adentramos en la Flandes campestre camino de Werchter, cuya flora y olor a vaca me distrajeron por un tiempo. Aparcamos y nos pusimos a dirigirnos al festival. De repente una visión me dijo que no nos pasaría nada y que sería una noche Legen... wait for it... Dary...



Qué emoción cuando me pusieron la pulsera, de hecho, no me la he quitado aún.

- Joder Tirso, con lo viejo que eres ya...




El recinto era enorme y la gente sabiamente distribuida entres los escenarios, los puestos de comida,  ocio...




...hasta que me topé con la tienda de todas las tiendas... the tee shirt shop. Y cayó la de la gira, sí señor.

25 euros, alstublieft. Tampoco me la he quitado en unos pocos días.





Vayamos a la música. Antes, decir que en un festival lo menos importante para la mayoría es la música. Borrachetes, intento de ligar, gente durmiendo en el suelo frente a los escenarios rodeados de gente... duras son las pruebas a las que  se nos someten a los amantes de la música... pero grande es también la satisfacción.  Después de todo mi puñetero miedo, jamás tuve sensación de agobio. Todo estaba perfectamente organizado: vallas, personal de seguridad y ese temperamento lacio de los noreuropeos.

Gossip lo partió, vale que todas las canciones son iguales pero Beth Ditto es la Monserrat Caballé del indie.






dEUS, el grupo de rock belga por antonomasia, dio un concierto espléndido y a Lana del Rey fuimos a verla por el rollo de decir que la habíamos visto. Aguantamos una canción, tenía puesta una mantilla y venía acompañada de un cuarteto de cuerda.¿ La voz? pues de lejos no estaba mal. ¿El estilo?, un poco trascendente para nosotros y para un festival de cerveza y manta en el suelo. Una pena, el personaje ha matado su música, Video Games es un temazo.  De todas formas nos fuimos porque teníamos una cita con... Mister Jack White.

Mister Jack White... de traje negro y sombrero blanco, de porte señorial, con cara de dandy enterrador timburtoniano y acompañado de una banda apabullante de musicazos, nos deleitó durante más de una hora con temas propios, de los White Stripes y de los Raconteurs.




Una maravilla mezcla de  rock, punk, blues... una compilación de la mejor música americana.  Y qué guitarrista...sacando unos sonidos  que jamás había oído... Cuando Jack White toca la  guitarra, el diablo nos sonríe.






Tras unas patatas fritas, la noche llegó. El nerviosismo empezó a recorrerme y no debido a las masas sino al encuentro con mi propia historia y segunda juventud jalonada de canciones de Pearl Jam. 








Mis colegas se adentraron en la marabunta que, si no inquietaba de manera objetiva, conforme andábamos iba "achicando espacios" hasta que me quedé clavado bajo uno de los pilares que sostenían unos altavoces imponentes donde podía contar  con un perímetro de espacio suficiente que me proporcionaba una aparente calma.  Perdí de vista a mi grupo pero mande un sms al Gran Dave explicando donde estaba y donde nos veríamos tras el concierto.

Y Pearl Jam aparecieron... los ví de lejos como el tamaño de mi mano pero qué emoción, menos mal que los monitores cumplieron a la perfección con su cometido de acercarnos a los músicos.



Eddie Vedder apareció con una botella de vino y brindó frente a nosotros comenzando sin calentar con "do the evolution"... qué tralla por favor. 












La gente empezó a dar botes y a animarse nada más empezar contagiados por la energía de Vedder y la banda. La voz de Vedder sonó potente durante todo el concierto aunque al final le costaran los agudos algo más de lo normal.




No importaba, lo dio todo. Recorrió el escenario, se bajó a repartir panderetas en mitad de "keep on rockin' in the free world" y cantó con ganas de pasarlo bien dirigiendose a nosotros en múltiples ocasiones.





Y tema tras tema, hit tras hit, fui recordando mis últimos quince años, desde que descubrí musicalmente (tarde) este grupo hasta hoy, su compañía, su apoyo, su energía en tiempos duros, el regocijo... Son tantos sus temas que me han sanado por dentro que enumerarlos sería largo y tedioso. De pronto me di cuenta que tenía que escuchar este concierto solo, para hacer balance, para encontrarme con mi pasado cada vez más extenso

Jeff Ament no paró de dar saltos pero para estrella del rock Mike Mc Cready... qué guitarrista... sus solos en "Evenflow" y "Alive" no creo que los olvide nunca.






A pesar de un imbécil que por poco provoca una pelea a mi lado, un idiota que se puso a cantar cerca de mi todas las canciones y unos niñatos jugando a hacer crowdsurfing, la comunión con el público como masa fue excepcional. Escuchar gritar el estribillo de "the Fixer" o "Alive" a casi 60 000 personas fue muy emocionante. Junto a temas más cañeros, la voz de Vedder en baladas como "Daughter" o la simplísima versión de "Just Breathe" (él con su guitarra) nos puso a todos con el corazón en un puño.



Y así nos dejaron...




Por poner un pero, acabar como hacen siempre con "Yellow Ledbetter" cuando  justo has tocado "Alive" y estás en apoteosis con el público... es un poco extraño, pero grandioso concierto que me acompañará siempre. Nos fuimos a casa de madrugada derrengados pero a las pocas horas  me levanté con una energía renovada.

Aún sigo en Rockwerchter.

Gracias Dave, grande una vez más.

Y gracias, claro, a Pearl Jam por darnos  tantas canciones formadoras.

Volveré.

sábado, 16 de junio de 2012

Susana y los viejos rockeros



Renacimiento (Tintoretto)





Barroco (Ribera)



Clasicismo (Reni)



Simbolismo (Stuck)




Cubismo (Picasso)



Actualidad (Sport Illustrated)




Active Ageing que lo llaman.






lunes, 11 de junio de 2012

martes, 5 de junio de 2012

Compañía K o el absoluto a través de la fragmentación


Mes de junio. Mitad del año y creo que he leído una de las mejores novedades del panorama actual y no es español ni precisamente nuevo, al menos en su país de origen: Compañía K del excombatiente de la Gran Guerra William March. 





Es un libro, señores, total y fragmentario. Y es total porque es fragmentario. Me explico. Existen dos maneras de intentar hacer un libro total: escribiendo todo y dormir al personal sin dejar ningún resquicio de imaginación al lector, tipo novela de mil páginas de descripciones eternas y pajeras que acaba fracasando o escribiendo partes de lo que se quiere  contar pero de una manera que el lector construya en su mente el resto de lo que el escritor quiere reflejar. Esto segundo es lo más difícil, hacer al lector coautor del mensaje haciéndole asumir y entender mucho más de lo que lee (también requiere de lectores inteligentes). Y March consigue esto a base de contar, insisto, de manera fragmentaria y en primera persona breves trozos de vida y anécdotas de los más de cien miembros de la compañía K del ejército estadounidense (cada uno con su capítulo en primera persona) en la más que cruel I Guerra Mundial para así darnos un fresco de la sinrazón de la guerra, de la estupidez de las jerarquías, de la falacia de los ideales como el  patriotismo, del horror de las acciones bélicas que llevan a la muerte, amputación, mutilación o locura.  




March va estructurando las anécdotas de los soldados y oficiales a lo largo de tres momentos: antes de partir a la guerra, durante la contienda (con énfasis en un fusilamiento terrible) y la posguerra. Y no sabe qué momento es peor para los soldados, si la inocencia hacia lo desconocido y horrible, la brutalidad de la guerra o  las consecuencias horrorosas tras el fin de la contienda.  Son fascinantes los capítulos donde los soldados narran los hechos que llevan a su propia muerte, relatada, reitero, en primera persona. Es un libro que se puede leer decenas de veces si se quiere seguir la vida de todos los personajes porque muchos de ellos salen en más de un capítulo, añadiendo cada uno pinceladas a los mismos. Por ejemplo, el capitán Matlock: tiene su propio capítulo donde vemos su psicología, en otro capítulo un soldado narra su muerte, en otro unos soldados hablan de él ya muerto y ya en la posguerra, un excombatiente relata el encuentro de ambos por la calle invitándole el soldado a cenar. También hay espacios para el humor negro.  Y los hay que se salvan. Por pura estadística. 

El estilo contenido, cercano a la ataraxia, es sobrecogedor y consigue lo que se propone, remover conciencias,  porque se aleja de cualquier tipo de exageración o efectismo. March pone mucha distancia con los hechos y consigue indignarnos o emocionarnos más aún. No hay impostura. Hay conocimiento. Se huele la cercanía del sufrimiento narrado. Por eso tardó muchos años en acabarla. Por eso March se mete en el primer capitulo donde un excombatiente  habla con su mujer sobre  su recién acabado libro de vivencias de la guerra.   


Compañía K es por todo ello el mejor libro de guerra  antibélico que he leído. Y creo que volveré a leerlo. Para no olvidar. 













domingo, 20 de mayo de 2012

educación pública

"La educación pública, creada por los grandes intelectuales que nos gobernaron en el siglo pasado, que tuvieron la iniciativa de construir una educación primaria libre, gratuita y obligatoria es el fundamento de esta nación hoy en derrumbe"

Ernesto Sábato