martes, 24 de abril de 2012

Un campo de batalla apasionante


Eyes Wide Shut me cautivó cuando la vi por primera vez. El cine de Kubrick te suspende en un ritmo que en muchas ocasiones no es ni cinematográfico y con Eyes Wide Shut volvió a ocurrir. Aparte de las escenas más morbosas, me encantó el gran objetivo de la película, es decir,  mostrar  que nada ocurrió realmente sino en la mente de los protagonistas.  Y qué decir de la música.



Hace poco cayó en mis manos (en francés) Relato Soñado de Arthur Schnitzler seguido del guión del propio Kubrick de Eyes Wide Shut, versión cinematográfica de dicho cuento.





Ya sabeis que aquí adoramos la literatura centroeuropea sesuda. Y este relato no es una excepción, absolutamente influenciado por el psicoanálisis y ambientada en la Viena de entreguerras, es muy interesante por la dualidad realidad-sueño planteada y la puesta a descubierto de las fantasías eróticas femeninas, en particular de  Albertina,  mujer muy comme il faut y  muy formal  del doctor protagonista, Florestan, un tipo  que se queda fuera de juego al  escuchar la faceta más íntima de su mujer cuando ésta le confiesa cierto capítulo sensual adolescente y sus sueños eróticos. Si bien Florestan es el motor del cuento, Albertina es la revelación de esta narración; el personaje a reivindicar en aquellos años 20. Una mujer libre en su pensamiento y que no se siente mal por sus pulsiones. Y Kidman  se come a Cruise en la película aunque encarne un personaje que se siente algo más culpable que en el libro.



Florestan era el nombre  con el que designaba Robert Schuman a su yo más apasionado (ya sabéis, este genio de la musica romántica acabó muy mal del coco), dedicándole una pieza a dicho personaje en su Carnaval opus 9.  Y el cuento, así como la película,  guardan mucha relación con máscaras de carnaval con las que nadie es realmente lo que es y todo lo contrario. 



Esta vez no quiero revelar mucho. Sólo decir que el cuento ata todos los cabos  que plantea y la película se toma algunas libertades respetando mucho el texto. Florestan es menos maniqueo y machista que Bill (Tom Cruise), de hecho Schnitzler también hace que Florestan le cuente a su mujer que estuvo a punto de serle infiel en el mismo sitio donde su mujer también es tentada. No tenemos referencias de Bill en este aspecto en la película, que parece que tiene un expediente intachable en el pasado salvo en la fiesta de Ziegler donde también flirtea su mujer.  Resulta muy interesante  como Florestan, en el relato, conoce únicamente el rostro de la prostituta cuando va a su cuarto y conoce sólo el cuerpo de la mujer desnuda que lo salva en el baile, sin saber hasta el final que ambas son las misma persona, cuando las ve unidas cabeza y cuerpo en la morgue. En el guión, Kubrick desdobla esta mujer en dos prostitutas, una que lo salva (por agradecida) y otra que podría haberlo condenado para siempre (SIDA).

Me da la impresión que la ausencia de Kubrick en la promoción  de la película debido a su fallecimiento hizo que se explotara la vena más morbosa de la misma por parte de los productores y  no se entendiera en algunas de sus claves. Mucho se ha hablado de la ruptura de Kidman-Cruise tras el rodaje o de las escenas sexuales-rituales,  sin hacer esfuerzos en explicar los temas que subyacen en la historia que son muy interesantes: el sexo como estado mental que aspira a la libertad total, la neurosis, la identidad,  el aburrimiento en la pareja, lo poco que conocemos a la persona con la que compartimos nuestra vida o el error de esconderse tras la institución del matrimonio sin preocuparnos por la persona.





De hecho, novela y película guardan muchas similitudes, están cargadas de simbologías que superan las pretensiones de este blog y se prestan a múltiples lecturas (psicoanalítica, social e incluso en clave religiosa como una crónica de tentaciones), pero yo me quedo, como siempre, con la que muestra que no hay nada más neurótico que ser burgués, con esos códigos  que arrastran a una conducta intachable, encorsetada, sin mácula, y que provocan una tendencia a las depravaciones más refinadas y por tanto brutales; o al menos llevan a soñar con ellas o a creer que se viven realmente. Una pareja burguesa es un campo de batalla apasionante, estén  sus miembros despiertos o dormidos.





viernes, 13 de abril de 2012

crónicas diplómaticas o la terrible realidad

Hace un tiempo cayó en mis manos por arte de regalo de cumpleaños un cómic, mejor dicho BD,que vivo en el país de la BD, llamado Quai D'orsay,  Crónicas diplómaticas, obra de Abel Lanzac y de Christophe Blain. Su lectura ha sido una gratísima sorpresa.  Os pongo la portada en castellano.



 Tan maravillado quedé que me compré la segunda parte pero, siendo muy buena, no me gustó tanto como la primera:



Tenga usted un joven diplomático de izquierdas, Arthur Vlaminck,  amante de Metallica, que es fichado por el ministro conservador Dominique de Villepin, perdón, Alexandre Taillard de Vorms, hombre enérgico,  para ser miembro de su gabinete en el ministerio francés de asuntos exteriores, sito en el famoso Quay D'orsay, para ser el responsable del lenguaje, es decir, de elaborar sus discursos. Tenga usted un ministro fuera de la realidad preso de un lenguaje político  metarreal con el que va forjando un discurso también más allá de lo real,  llevando a su gabinete al manicomio y al lector a una mezcla de carcajadas y de profunda inquietud.




Es muy interesante su crónica de la elaboración  del discurso político-diplomático, aplicable a otros ministerios: todas las cribas, las revisiones, los comentarios, las interpretaciones y las cambios de perspectivas que sufren los textos de Vlaminck, producto de las anécdotas impagables que el cómic relata (sobre interacciones, confusiones y traiciones entre ministro, sus asesores poetas y filósofos y sus empleados del gabinete),  y que hacen que se queden huecos, que no sirvan para nada y sin embargo, sean leídos en los foros más altos y tenidos en cuenta por los líderes, la prensa y la opinión pública. En definitiva: aterrador. Y uno no para de reírse. 

Si bien la primera parte se centra en la redacción del discurso político vacío, la segunda parte relata la gestión política basada en la superficialidad de los conocimientos y la ligereza. Con todo ello, el cómic muestra a la perfección la naturaleza del animal político a través de Villepin, perdón, Taillard de Vorms,  ser soberbio, que se rodea de asesores a los que no escucha, de una cultura superficial basada en aforismos sacados de un solo libro y de una energía inagotable. Y sin embargo, el cómic muestra también el idealismo infantil del ministro y su carisma que, en medio del caos de contradicciones e hiperactividad  en el que suma  a su equipo, hace que sus subalternos lo admiren en alguna medida y que el lector no le odie del todo. 


 Los personajes son ricos en matices  y evolucionan, sobre todo Vlaminck, gracias a un guión muy trabajado (Lanzac es el pseudónimo de un diplomático oculto).  Los dibujos (Blain) muestran también con gran inteligencia el carácter del ministro y sus acólitos. Una obra gráfica muy recomendable para entender el terrible mundo actual.

miércoles, 11 de abril de 2012

malatesta por el mundo

Por gentileza de Anónimo III  (Enano Maléfico), enviado especial a Berlín durante Easter. Me hubiera gustado más sin la furgoneta pero a malatesta regalado no le mires el mellado. Lo importante: se ve prístino el nombre. Muchísimas gracias a Anónimo III y espero que no sea la última (esto va para todos vosotros).







domingo, 8 de abril de 2012

Florido Mayo o la higiene de leer

Hay novelas cuya lectura te suspenden en su ritmo y en su propio tiempo. En mi opinión, algunos padecemos un cierto stress, producto de esta azarosa vida de objetivos y rendimiento, por leer, leer y leer novelas, una tras otra, una novelita por semana, o si es posible  una y media, que hay que mantener el ritmo lector entre tanto español que no lee y el escaso tiempo que tenemos para ello. Leer se ha convertido para un tipo de cultureta en una especie de consumo compulsivo; pregúntenle de qué iba el libro que leyó hace dos semanas, con mucha probabilidad ni siquiera se acuerde de toda la trama o sólo recuerde si le gustó o no, pero claro estaba demasiado ocupado  leyendo para tener tiempo para reflexionar o tomar conciencia de su propia experiencia lectora.  Claro que la literatura de hoy en día, por lo general bastante ligera y de consumo rápido incluso en sus vertientes más pretendidamente sesudas o literarias, lo permite. Leído, al siguiente que tengo prisa por leer otro.  Next please! Have another one, bitte. Lea. No importa lo que aprenda.

Pues bien, repito, hay libros que por fortuna te suspenden en su propio ritmo temporal. No importa lo que tardes en leerlos, no importa si tienes que releer pasajes enteros debido a su estructura o estilo que te exigen. Porque te cambiarán la vida.  Eso es. Hay libros que te exigen una atención a la altura del esfuerzo con el que fueron elaborados pero como contrapartida te formarán y te harán, por lo general, mejor persona. Creo que no hay sinceridad mayor en la literatura que esto. Es higiene del espíritu.  Me ocurrió con, por ejemplo,  Conversación en la catedral o Tratado sobre las pasiones del alma y durante este  mes marzo, extenso y disfrutado, con Florido Mayo de Alfonso Grosso.

Florido Mayo es un novelón, señores, premio Alfaguara insólito, enseguida iban a premiar un libro así en estos días de literatura charcutera, y con un estilo tan rico y barroco en recursos como difícil de leer. Pero el esfuerzo es siempre compensado por el disfrute de cada palabra, de la cadencia de frases eternas y líricas que te contagia el ritmo de vida de aquella Ciudad Fluvial  entre la  pre y posguerra, una Sevilla criticada y querida desde la nostalgia.

Es un libro cuya técnica, y Grosso no lo esconde, es deudora de Faulkner, Joyce, Proust y que también atisbé en mi intento fallido de leer a Benet (juro volver a  Región algún día). Es un libro de una gran ambición,  asesina de los demonios interiores de este grandioso escritor que acabó sus días de manera triste e injusta.




He hecho una lectura absolutamente centrada en el estilo que hace difícil la comprensión de la historia de la familia, con posibles y venida a menos, Gentile. Me he centrado en el estilo y no tanto en distinguir quien era quien en las tramas. Opté por dejarme llevar por ese stream of consciousness, por ese subjetivismo brutal  que relata sin orden temporal lógico, sintiendo que distinguir quien vivía  los dramas no era tan importante para al autor como dar cuenta de los mismos para hacer crónica de una época a través del apogeo y ocaso de una familia, su familia, qué importa quien vivió el drama de amores no realizados,  ruinas  económicas o viajes piadosos... son todos familiares del narrador, son como un mismo ser por el que Grosso siente  atracción y  rechazo  ya que es el origen de sus propias filias y sus fobias. Este ha sido una de los grandes  hallazgos, para mi, del libro: la familia como  magma, donde nos perdemos en nombres y acciones,  cuna de los demonios íntimos de cada persona y de los que no se puede huir. No. Solamente volver. 

Es  una novela sobre la obsesión por la mujer que estructura también el libro, en particular por la madre del autor, Estrella,  y por un amor de juventud, Delia, que se va transmutando en otras mujeres a lo largo de anécdotas (algunas bastante hilarantes, muchas acaecidas en el extranjero) que el autor va relatando en combinación con la crónica familiar.

Y finalmente, Ciudad Fluvial, ciudad "aristocraticista" como Grosso la califica, con su provincianismo  rancio y lleno de liturgias, plasmado sin acritud a través de la caída de los Gentile,  familia importante, que no burguesa, de eso no hay en Andalucía ("la única que en el ardiente Sur no existía" tal y como afirma Grosso en relación a dicha clase). La Ciudad Fluvial "falacia de todas sus honras, todos sus blasones y todos sus orgullos". Ciudad Fluvial que el autor tampoco puede rechazar del todo debido a  sus encantos evidentes, a los que canta con un lirismo fuera de toda afectación y localismo, convirtiéndola en ciudad universal. 

Y un desenlace inesperado en homenaje a Joyce en la capilla del hospital de la Caridad  frente  a los sobrecogedores Valdés Leal.  Ni más ni menos.








Un libro difícil y triste pero su lectura proporciona un gran gozo estético y ético. Yo lo he leído en el metro. Vosotros también lo podéis hacer. No seais gallinas, sed barrocos. 













martes, 3 de abril de 2012

Un año de Malas Testas

Hoy hace un año que Malas Testas empezó a publicar insensateces, levedades y chorradas, todas ellas producto de la ligereza y la curiosidad. Hemos pasado por diferentes etapas que han enriquecido el catálogo de la intrascendencia que Malas Testas pare, defiende y perpetúa. A lo largo de este proceso hemos ido ganando algunos adeptos y comentaristas asiduos e ilustres que han ido dejando sus opiniones para el disfrute del suscriptor de esta página caprichosa. A todos ellos,  muchas gracias por darme vida bloguera. 





Hemos reseñado libros, discos, películas y hemos expuesto corpus doctrinarios con una autoridad y suficiencia a la altura de su  falta de rigor. ¿El resultado? Justo lo que queríamos: ser prescindibles.

Con muy mala cabeza, vuestro afectísimo,








Tirso Malatesta.



¡¡ Pero mirad quien ha venido también al cumple!!


Have fun guys, va por ustedes