jueves, 5 de mayo de 2011

El héroe en su tumba

"Es duro morir en primavera " (Jacques Brel)

Hay autores que hacen que recordemos la lecturas de sus libros como momentos de  comunión con ellos a través de sus ficciones, como unos momentos también de comunión total con nosotros mismos, que vamos descubriendo parcelas de nuestro ser incógnitas hasta ese entonces. No quiero ponerme elevado  pero sólo unos pocos autores han sido capaces de suspender así mi tiempo y mis circunstancias cuando he leido sus libros. Y uno de ellos nos ha dejado hace poco.

Leemos libros y pensamos  sobre sus anécdotas, sus lineas argumentales, sus chistes, sus estilos, sus tramas... y nos creemos cultos por ello. Después pasa el tiempo y los vamos olvidando, los vamos mezclando unos con otros, pero raros son los autores que hacen que nos recordemos a nosotros mismos leyéndolos, que nos den conciencia de ser algo al leerlos.


Uno de esos autores, que tanto me ha enseñado sobre mi mismo, que ha hecho que aún sepa perfectamente el lugar y los detalles que rodearon la lectura de sus libros, a quienes amaba y odiaba, que, en definitiva, ha hecho que fije y recupere parte de mi ser porque en eso consiste la memoria, en no dejar de recuperarnos a nosotros mismos, nos ha dejado hace unos días. Era argentino, era universal y nos ha dejado un mundo que sin él  es más mediocre. Desde aquí me invade un cierto sentimiento de orfandad, sólo  soslayado por la obra que nos deja, corta en número pero voluminosa en contenido y de una profundidad abisal. Era Ernesto Sábato y será siempre Ernesto Sábato.

.






3 comentarios:

  1. Es curioso que nos recordemos más leyendo un libro que su contenido. El Túnel lo leí en el sofá de cuadros escoceses deshilachado de casa de mi madre.

    cercamon

    ResponderEliminar
  2. Yo lo leí en un sofá marrón horrible y sucio en mi primer apartamento alquilado. Tiempos duros. Un abrazo cercamon.

    ResponderEliminar
  3. Ya somos tres. En mi caso, era el sofá-cama de cuadros verdes que tenía en el cuarto de estudio de casa de mis padres, en Chiclana. Me recuerdo imaginándome a mí mismo en una exposición de cuadros, viendo en uno de ellos un detalle que nadie más veía, y lo especial que eso me haría sentir. Y no recuerdo nada más, ni del libro, ni de mí.

    ResponderEliminar