miércoles, 18 de mayo de 2011

Cabezada 5: Semana de indignación y ciudadanía

Siempre he pensado que uno no elige los libros que lee sino todo lo contrario, son los libros los que eligen a sus lectores tras un proceso casi mágico de asociación de ideas, de simple encuentro visual o de intuición que nos hace coger ese libro de título sugerente, portada atractiva y no otro. La semana pasada cayó en mis manos, literalmente,  la versión original de "¡Indignaos!", de Stephane Hessel, justo después de haber vuelto a leer "la Resistencia" de Ernesto Sábato en memoria por su desaparición.


 ¿Casualidad? Sería tonto afirmar esto. Máxime cuando me entero el domingo de que  estamos viviendo,  al fin,  un proceso de movilización ciudadana en España ante una situación que bien lo merece.  Me alegra porque estamos perdiendo el miedo paralizador y conformista que nos ha hecho cómplices de lo que está pasando, que ha sido un fracaso de toda la sociedad española, por acción u omisión.

No voy a ponerme panfletario o iluminado pero me parece que a la sociedad española le falta ciudadanía y le sobra caracter súbdito y todas estas manifestaciones de indignación pacífica son una muestra, espero, de cambio en este sentido. Los dos textos de Hessel y de Sabato, escritos en el último tramo de sus respectivas largas vidas, estan dirigidos a la juventud, siempre tan denostada, para que encuentre motivos de rebeldíapacífica ante las injusticias del mundo. 

La guinda a esta semana de indignación la pone el director sátiro del FMI, Fondo Monetario Dictatorial. Si es verdad de lo que se le acusa, aparte de ser un escándalo vergonzoso, el director es otro ejemplo de político sátrapa, deshumanizado y abstacto; sin duda,  otro motivo de indignación para todos los ciudadanos. Como afirma magistralmente un tweet: 



Estas manifestaciones en España al  menos dan la ilusión de que el ciudadano ha de exigirle muchísimo más al político, y sobre todo devuelven una cierta sensación de libertad, al menos para protestar. Nos creemos que somos libres pero apenas lo somos. Apenas lo hemos sido en estos últimos años de falsa opulencia, como ya presintieron los Planetas en el 2007. Pero claro, en ese año no había derecho a ser pesimista ni cenizo. No se podía ver que la gallina de los huevos de oro a la que todos estrujábamos era en el fondo un ave de rapiña. Por favor, si todavía éramos ricos,  si podíamos endeudarnos, comprar, vender, gastar... claro, éramos esclavos con cadenas de oro y el pesismismo o la reflexión sobre la sostenibilidad o justicia del sistema estaban proscritos. Ahora somos incluso menos libres pero igual estamos menos atontados.

 Pero allí estaba Jota, para recordarnos la falta de libertad en la que hemos vivido:



2 comentarios:

  1. No han durado ni una semana desde las elecciones. Como lágrimas en la lluvia. Todo acaba en el desagüe. Me pondré pesado: si no hay ideas, una acampada ciudadana no es más que un botellón sin alcohol. Un pasatiempo de fin de semana, o sea.

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  2. Curioso lo de Plaça Catalunya. También allí, en BCN, donde tan distintos y distantes dicen ser y sentirse del resto de España (y especialmente de la España que rodea el kilómetro cero de las carreteras españolas), se manifiestan por no se sabe qué. Algunos comentarios de lectores de La Vanguardia muestran una lógica preocupación: todo esto son creaciones de los chupasangres madrileños, no es posible que haya catalanes de pro que compartan sinceramente unas mismas preocupaciones con los habitantes de Madrid, los catalanes por lo que tienen que luchar es por librarse de Madrid, no de los políticos que padecen conjuntamente con los madrileños... En la Generalitat deben estar que trinan.

    Anónimo III

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