viernes, 26 de agosto de 2011

La maldición de las treinta ultimas páginas

Sufro la maldición de las treinta últimas páginas... y ello desde hace tiempo.  A veces me ocurre que  tomo un libro de un escritor conocido, una vaca sagrada de las letras españolas, hiperbolizada, metaforizada, difundida por los medios mainstream y loada por acólitos o interesados, lo empiezo, y solamente sigo  movido por una sensación de culpa ("¿Cómo puede ser que no te interese?", "¿Acaso no eres lo suficientemente inteligente, culto,  sensible o tolerante para llegar a sus cuotas?") que salta cuando mi interés no se despierta.   Y me siento mal por ello, contemplo con pena las páginas que me faltan (cien, ochenta), intento cambiar de situaciones para leerlos en otros contextos (casa, metro, bares, solo o acompañado) analizo los logros,  pero nada... y me siento mal por ello. Y cuando faltan treinta páginas exactas...mis manos sueltan el libro y mi mente agotada por tamaño esfuerzo lector no siente ninguna curiosidad en conocer el desenlace o conclusión, si es que tiene, del mismo. Y no me importa. La culpa que me ha movido hasta casi el final del libro agota mis esfuerzos antes de poder acabarlo.




Pongo tres ejemplos recientes: El palomo cojo de Mendicutti, Mañana en la batalla piensa en mí de Marías y La conquista del aire de Gopegui.  Como nadie lee el blog (sólo seguidores de Bar Refaeli) pues lo digo sin ningun tapujo.


¿A qué se deberá? ¿Por qué no tendré la falta de complejos de dejar de leer un libro alabado cuando no me llega sin llegar hasta tan lejos? Mala cabeza tienes Tirso...

3 comentarios:

  1. Ja, ja, ja! Algunas personas sí leemos tu blog, hombre! (Aunque he de admitir que también soy fan de la Rafaeli...) Me ha encantado este post, el cuadro de Magritte, y te confieso que lo de dejar libros a medias a mí me pasa muchísimo. Pero por 30 páginas solo...?

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  2. ¡Gracias Porerror, por ser lector de este blog por partida doble! Ya sé que los tengo cuadrados por dejarlos cuando falta tan poco... pero es superior a mi.

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  3. A grandes males, grandes remedios: no empieces libros que tengan más de treinta páginas.

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