martes, 6 de diciembre de 2011

Las voces de los zorros

-Badhead,  esta tarde vamos todos a Fleet Foxes, incluido tú.

-Dave estoy muerto, llevo cuatro días sin dormir por esto, eso y lo otro.

 -Ya nos plantaste la semana pasada con el concierto de Bill Callahan.


Desarmado quedé.

El insomnio es divertido cuando se tiene veinte años. A partir de esa edad ya no es tan divertido y a partir de otra edad más es un problema.  Cero ganas tenía de ir al concierto de Fleet Foxes. El cansancio producto de tantos días sin dormir lo necesario me envolvía en un pesimismo azuzado, encima,  por el rostro de Angela Merkel y su paternalismo autoritario: nein, nein, aquí teneis que mamar todos en Sudeuropa. Os voy a cortar hasta las uñas de los pies... Totale Krieg al despilfarro...und so weiter...



Veremos como quedamos después del 9 de diciembre.  Veremos.


Eres un cenizo Tirso, tanta angustia...

Pero me conoceis, soy fatalista de boca. E intento ser un buen colega.  Finalmente, acudí. Cumplimos con el ritual previo a cualquier concierto: tomarse una porquería  (durum, bicky o salchichota) y unas patatas fritas con salsa andalouse fuera del recinto bajo un relente de cojones.






La verdad, estaba, repito, muy cansado. A los teloneros (nada menos que Vetiver, gurús del freakie folk y todo eso) no les hice ni caso. Me empecé a arrepentir, diciéndome que, aparte de los 30 eurazos de la entrada, los discos de Fleet Foxes no estaban mal pero no eran nada del otro mundo.  Intimistas, cuidadosos en el sonido, vocecitas a lo beach boys con un aura de bucolismo algo cargante y liderados por Robin Pecknold, un tio bastante talentoso e iluminado por la  luz (eterna) de Brian Wilson. Los discos se me hacían cansinos...Seguramente, pensé,  no aguantarían el tipo en vivo. Serían flor de un día gracias a Pitchfork.





Claro que yo leo en el metro y escucho música con ipod en la calle... así que sutilezas las justas... Ante mi batería de ideas preconcebidas, aquellos pelanas de Fleet Foxes se plantaron en el escenario y empezaron a tocar  canciones diferentes siendo las mismas,  destilando otras emociones (sinceras)  a las que yo había experimentado al escucharlos con anterioridad. Esas voces sonaron mágicas en determinados momentos, incluso a capella en un recinto que es monstruoso para esos formatos, destacando "Montezuma", "Mikonos", "Your protector", "He does not Why" o la archimachacada "I was following the I was following the I was following the I" (el que no la conozca no merece leer este post, fue el soniquete de las navidades pasadas en la primera cadena), que la despacharon en cuarto lugar afirmándonos: aqui no hemos venido a complaceros sino a hacer música y nos la quitamos de enmedio prontito.  Cambiaron de instrumentos constantemente, disfrutaron, se preocuparon por que las voces sonaran aéreas y sólidas al mismo tiempo. La música tan sixties y seventies, tan pop y tan folk,  made in USA, ayudada por unas imágenes de montañas proyectadas en el escenario,  me llevó a lugares donde mi cansancio no me pesaba. Con Montezuma creí que me iban a hipnotizar. El concierto finalizó a un gran nivel vocal e instrumental. Una pena fue la sala de conciertos, preparada para otro tipos de eventos (macro) y donde la bateria siempre suena fatal.  




Y los zorros se fueron. Pero algo de ellos se quedó en mí; su sinceridad, su honradez y su musica renovada que presagian un largo camino. Tenemos Pecknold para rato.  Un tipo raro, mezcla de Brian Wilson, Neil Young y Jeff Tweedy que se centra en hacer canciones al límite de sus posibilidades (helplessness blues casi lo destruye).  No conozco un grupo tan preocupado por sus voces en directo y que el resultado sea tan cristalino. Están, señores, en estado de gracia. Y que les dure.  Aquella noche dormí profundamente. Y las siguientes noches.  Las voces de los zorros siguen conmigo. 





5 comentarios:

  1. Lo tendré en cuenta, chaval! Mientras no se queden contigo las voces de los zorros de las pelis de Lars Von Trier...

    P.D. Lo mejor, el cartucho de papas (Yo soy más de salsa samourai...)

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  2. Ay Tirso, con estos grupos tan "modernos" no te sigo, yo me "bajé" hace ya unos años (no conozco ni la canción esa que todo el mundo debería conocer). Pero me ha gustado la crítica, y la foto de las papas fritas es mortal.

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  3. Vaya Tirso. Siento envidia transeuropea.
    Recuerda que tu música es 50% música y otro 50% Tirso.
    Larga vida a ese 50% de Tirso.

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  4. Gracias Corrientísimus, os mantendré informados de las moderneces en la medida de mis posibilidades.

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