jueves, 26 de enero de 2012

La Guerra de las Cabezas Malas

He tenido que recorrer un camino de ida y vuelta, y varias veces. Hace unos días acabé La Canción Donde Ella Vive de Daniel Ruiz García y me llenaban sensaciones contradictorias sobre si me había gustado o no. Lo negaba, lo afirmaba para volverlo a afirmar negándolo de nuevo en una espiral  malatestiana sin fin ni principio.

Hostia Tirso.

Ya... al lío.

En primer lugar, nada más finalizar el libro me invadió una sensación de decepción motivada simplemente por unas expectativas que no se habían cumplido. Por lo que pudimos leer tanto en la solapa del libro como en internet, la novela se presentaba como un texto generacional, inserto en unas coordenadas que bien podían interesar a lectores de nuestra generación treintañera que ya empezamos a hacer balance de nuestras vidas . Y a por él nos fuimos estas navidades, interesados también por la figura del autor, paisano y perteneciente  a la misma generación que nuestras malas cabezas.
Cuando leí la última página me dije: "no ha cumplido con la imagen que se ha querido dar del libro. Es una novela de literatura fantástica en un trasfondo actual y bajo el ritmo de la mejor música de los años sesenta (en particular Beach Boys). No es un libro generacional como me han dicho que era."

Y empezó la Guerra de las Cabezas Malas.

Hasta que comprendí que no era sólo un libro de género fantástico... era un libro que encerraba muchas claves. Entonces, la Guerra terminó. El libro nos había gustado finalmente.

Vaya tela Tirso...  tanta paranoia para saber si algo te gusta o no...

Ya...al lío.




Mario, el protagonista, pinchadiscos y critico musical, amante de la música de los sesenta,  es un prototipo de treintañero actual.  Es un inadaptado, un solitario, un incrédulo, preso en una relación poco satisfactoria, cascarrabias (adorable),  cuyo caracter le hace entablar una relación destructiva en busca de lo absoluto, de ese absoluto que le haga estremecerse de nuevo.

La mejor manera de intentar aspirar a lo total es con un amor imposible, con un ser insólito que no es ni presente, ni pasado ni futuro.  La tormentosa y destructiva relación que mantiene con Lucía (¡¡Luz!!)  puede considerarse una metáfora de la inadaptación al mundo que  sufre  Mario, cuya visión de las personas es implacable; son impagables sus descripciones de su mejor amigo,  de una chica que va de maldita o de un upirólogo, que hasta tienen guiños humorísticos a lo Holden Caulfield. En estas páginas es donde más hemos disfrutado en Malas Testas.

La relación que mantienen Mario y Lucía es tensa y oscura. Las relaciones sexuales, salvajemente bien contadas e importantísimas para Lucía, ofrecen la doble faz eros-tanatos que sobrevuela  la historia. Pero su relación está también impregnada de una gran nobleza, que llega a emocionar en su desenlace en una playa sonando Surf's Up de Brian Wilson. Y claro, uno no sobrevive a su ideal.  La apuesta era muy arriesgada y para  nosotros es un todo un hallazgo.


La música (rock de los sesenta) juega un papel fundamental de principio a fin, estructura la narración, los personajes y el pensamiento del narrador Mario.  En este sentido puede que radique la mayor originalidad de la obra, que toma mitos típicamente anglosajones (incluyendo también la trama sobrenatural) y Daniel Ruiz los hace suyos en esta España y olé con sus Seseñas abandonadas y poceros sin escrúpulos.

Como toda obra de autor joven, contiene  muchas referencias culturales inteligentemente insertadas que muestran su "univers".
Y hay que resaltar sobre todo la voluntad de estilo que tiene Daniel Ruiz en esta novela, repleta de metáforas muy poderosas que demuestran que ha ido al extremo de sus posibilidades. Es tal el afán del autor de llevar el estilo al límite, de no defraudarse a sí mismo, que incluso en algunas contadísimas ocasiones las imágenes  nos han parecido algo forzadas.  Pero todo el libro rezuma sinceridad en el intento de lograr la máxima capacidad expresiva o lírica, saliendo Daniel Ruiz victorioso en casi todos los lances estéticos que él mismo se plantea. Esta obra es fruto de trabajo, trabajo y más trabajo.

En definitiva, un libro insólito, entretenido, con contenido reflexivo para  el que se quiera  detener  y construido con un  estilo muy sólido.

¡Salud!




7 comentarios:

  1. Mmmmmhh... en un mundo paraleo puedo entender las críticas que hace usted al libro. Pero es cierto que a mí me encantó, lo recomiendo sin un pero. Así y todo, estoy dispuesto a conceder que en mi caso su lectura coincidió con un momento vital muy particular y muy enmarcado por las canciones de Brian Wilson, y -claro!- eso puntúa doble.
    Mas no se puede decir que haya trampa aquí, yo entonces no conocía a Daniel Ruiz García, tuve la suerte de conocerlo cuando acudí por casualidad a la presentación de La canción....

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  2. Buen Porerror, casi todas las referencias que hago al libro y autor son positivas. Pero también he querido narrar que la lectura estuvo condicionada en un principio por una expectativa que no se cumplió si nos basamos en la portada y en la información de que dispuse. Pero claro, el libro, su calidad, hizo "trabajar" mi mente y al final ha vencido por sí solo.

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  3. A mí, teniendo una sola cabeza (o puede que incluso menos de una) me pasa algo parecido.
    La literatura, mejor dicho, cualquier expresión artística, muta en mi cabeza, necesita tiempo para ser procesada correctamente, a veces basta un sueñecito.
    No es cuestión de entrar en detalles pero tengo una larga lista de libros, películas y canciones favoritas que me decepcionaron al principio.

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  4. Gracias por dedicar tiempo y atención a mi libro, Malatesta. Me parece un análisis certero y muy bien orientado, desde mi modesta condición de creador de la criatura (ahora el tópico: una vez escritos, los libros ya no nos pertenecen). Nunca he pensado que fuera una novela generacional, es justo lo que tú planteas. Me siento muy cercano a tu lectura. No sé de dónde vino el posible malentendido. Abrazo, y repito, gracias.

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  5. ¡¡Muchas gracias a ti por aparecer por aquí!! Me alegra mucho saber que mi lectura, tras muchas cavilaciones, no va descaminada de la tuya. Me imagino que las referencias a las "bolas de chicle", "los veranos eternos" y al "primer amor" en la contraportada me condicionaron en un sentido, aunque finalmente las malas cabezas comprendieron la novela :) Un abrazo y espero no perder el contacto.

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  6. Aunque me has recordado un poco a Gollum con esa conversación bipolar interna, habrá que buscar el libro. Gracias por la reseña.

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  7. Gracias a ti por leerla. El momento Gollum mereció la pena. Saludos

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